Me gustó la versión de Argentina que le ganó 2-0 a Grecia. Es más clásica que la de los partidos anteriores, pero le faltó arriba el vértigo desenfrenado de Messi-Tévez-Higuain. Claro, también hay que ver cómo le jugó Grecia: fue el más defensivo de los rivales que Argentina tuvo hasta ahora, más que Surcorea (lo cual ya es mucho decir) y mucho más que Nigeria. Dejó arriba únicamente al meritorio Samaras, un grandote que a pesar de su soledad supo arrimarle algunas preocupaciones a la zaga argentina.
El planteo griego provocó que el equipo argentino se concentrara en 30 metros de terreno: los defensores se adelantaban ante la ausencia de rivales y los delanteros Messi-Agüero-Milito retrocedían para salir del amontonamiento del fondo contrario. Se hizo difícil penetrar. Diego se preocupó de que el equipo se mantuviera ancho para intentar por las bandas. La proyección de Clemente Rodríguez fue su carta por la izquierda (funcionó el tándem con Di María cuando éste entró por Maxi a los 18 del complemento), mientras que por la derecha Otamendi progresaba hasta el mediocampo y adelante Maxi y por momentos Messi explotaban esa franja. Verón jugó un gran partido y, por si a alguien le quedaban dudas, demostró para qué sirve un volante de sus características. La pelota pasó por él; sus pases incisivos tanto por derecha como por izquierda fueron la primera instancia de acelereción en ataque. Las ocasiones de gol se espaciaron más que en los encuentros anteriores. Agüero de arranque, Verón y Messi en la media distancia y Maxi aportaron las suyas y obligaron a destacadas intervenciones del arquero Tzorbas. Agüero mostró peligrosidad al principio, con el correr de los minutos se le fue complicando. Milito chocó bastante, él necesita más espacios para moverse que los chiquititos habilidosos.
El partido se definió en el segundo tiempo. De entrada, un resbalón de Demichelis dejó a Samaras uno a uno con Burdisso y el remate cruzado del griego se fue por poco. Pero Argentina controlaba la pelota y seguía generando ocasiones, aunque fueran de tanto en tanto. A la media hora, Maradona buscó más creación en el medio con Pastore en lugar de Agüero. A los 32 llegó el gol, por corner de Verón que Demichelis remató dos veces, primero de cabeza y después con el pie tras rebote en Milito. El zaguero del Bayern se reivindicó; dio prueba, como en otros partidos lo hicieron Heinze, Samuel y Burdisso, de que los defensores argentinos no van al área contraria a pasear. Después Argentina le puso toque, y Messi terminó un par de jugadas electrizantes suyas con sendos remates potentes: uno dio en un poste y el otro, rechazado con esfuerzo por el arquero, fue definido categóricamente por el legendario Palermo (entró por Milito a los 35 del segundo tiempo).
Volver al sitio de El Transbordador.El planteo griego provocó que el equipo argentino se concentrara en 30 metros de terreno: los defensores se adelantaban ante la ausencia de rivales y los delanteros Messi-Agüero-Milito retrocedían para salir del amontonamiento del fondo contrario. Se hizo difícil penetrar. Diego se preocupó de que el equipo se mantuviera ancho para intentar por las bandas. La proyección de Clemente Rodríguez fue su carta por la izquierda (funcionó el tándem con Di María cuando éste entró por Maxi a los 18 del complemento), mientras que por la derecha Otamendi progresaba hasta el mediocampo y adelante Maxi y por momentos Messi explotaban esa franja. Verón jugó un gran partido y, por si a alguien le quedaban dudas, demostró para qué sirve un volante de sus características. La pelota pasó por él; sus pases incisivos tanto por derecha como por izquierda fueron la primera instancia de acelereción en ataque. Las ocasiones de gol se espaciaron más que en los encuentros anteriores. Agüero de arranque, Verón y Messi en la media distancia y Maxi aportaron las suyas y obligaron a destacadas intervenciones del arquero Tzorbas. Agüero mostró peligrosidad al principio, con el correr de los minutos se le fue complicando. Milito chocó bastante, él necesita más espacios para moverse que los chiquititos habilidosos.
El partido se definió en el segundo tiempo. De entrada, un resbalón de Demichelis dejó a Samaras uno a uno con Burdisso y el remate cruzado del griego se fue por poco. Pero Argentina controlaba la pelota y seguía generando ocasiones, aunque fueran de tanto en tanto. A la media hora, Maradona buscó más creación en el medio con Pastore en lugar de Agüero. A los 32 llegó el gol, por corner de Verón que Demichelis remató dos veces, primero de cabeza y después con el pie tras rebote en Milito. El zaguero del Bayern se reivindicó; dio prueba, como en otros partidos lo hicieron Heinze, Samuel y Burdisso, de que los defensores argentinos no van al área contraria a pasear. Después Argentina le puso toque, y Messi terminó un par de jugadas electrizantes suyas con sendos remates potentes: uno dio en un poste y el otro, rechazado con esfuerzo por el arquero, fue definido categóricamente por el legendario Palermo (entró por Milito a los 35 del segundo tiempo).
En general todos anduvieron bien, y justificaron la confianza de Diego. Otamendi, Bolatti y Pastore mostraron su joven madurez. Pertenecen a esa nueva generación de jugadores argentinos que, sin haber pasado por las selecciones juveniles, evolucionaron tempranamente al ser promovidos a primera en el medio local. Clemente es firme, veloz y punzante. La presencia de Palermo insinuó todo lo que puede exigir por arriba un 9 de sus características. Messi, que toda su vida fue media punta definido, está creciendo en una función de enganche-media punta en la que antes se desdibujaba; el gol ya le llegará. Todos ellos le ofrecen a Diego un amplio menú de variantes de cual el DT podrá elegir su fórmula partido a partido.
Como dije en una nota anterior, Diego es un presentista absoluto y le gusta decidir en el momento. El hecho de pensar (y vivir) de esa manera tiene desventajas por el lado del aprendizaje y otros procesos grupales acumulativos. Pero también tiene sus ventajas: le permite pensar cada partido, e incluso los cambios dentro del partido, sin preconcepto alguno. A pura intuición, y también según la percepción de lo que está pasando en el partido. Ojo, no estoy haciendo una defensa a ultranza de la improvisación. Tampoco estoy insinuando que el cuerpo técnico Maradona-Mancuso-Enrique no trabaja. Preparar cosas de antemano está bien, es indispensable. Debo reconocer que si yo estuviera en el lugar de Maradona trataría obsesivamente de anticipar las situaciones que podrían presentarse, tantas como alcanzara a imaginarme, y de buscarles respuesta. Pero eso tampoco te da garantías. Si la preparación minuciosa fuera la solución, estaríamos perdidos: los Mundiales los ganarían siempre los alemanes. El postulado de Maradona es que todavía queda lugar para la repentización, la inspiración y la creatividad, y el fútbol se lo agradece.
El otro gran principio de Maradona es que los jugadores te dan las ventajas diferenciadoras en función de las cuales se arma después el equipo. Supongamos que en el potrero ganás el paniqueso y tenés a todos los jugadores del mundo para elegir, ¿con quien te quedarías primero? Un año y medio atrás yo hubiera seguido el consejo de mi hijo y hubiera elegido a Xavi, aun a riesgo de que el contrincante eligiera a Messi y yo tuviera que buscarme otro delantero. Hoy, en cambio, al primero que elegiría sería a Messi, y pensaría bueno, que el otro se lleve a Xavi y yo me buscaré el segundo mejor para la función de éste, porque el que realmente hace la diferencia es Messi. Eso ha hecho Maradona: él no tenía a todos los jugadores del mundo para elegir sino a los argentinos, y se quedó primero con los que hacen la diferencia. Recién entonces se puso a pensar en el sistema. De última, si a cada paso que das en un Mundial te podés caer, caigamos libres apostando a la fantasía y no prisioneros de cálculos restricitivos.
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