domingo, 13 de julio de 2014

Otra página de oro

por Toto Imperatore
Se siente en el estómago la mordida. No la del yorugua Suárez, sino la de las mandíbulas de la ansiedad, del cuiqui, de los nervios. Una vez más Argentina en la parada más grande. Otra vez Argentina con la posibilidad de jugar una carta de excepcionalidad milagrera que ojalá se manifieste esta tarde sobre la gramilla emparchada del Maracaná.

Después, aparte la anhelada aparición mágica de Messi, que todo lo demás funcione como se comenzó a construir en el partido contra Bélgica y se perfeccionó contra Holanda. La coordinación Manchester City de Zabaleta y Demichelis. La agigantada figura de Garay. El recorrido y la guapeza de Rojito. El sobrehumano despliegue de Masche para bloquear, quitar, distribuir, cambiar de frante, hacer de lanzador o proyectarse él mismo de vez en cuando, y convertirse en líbero delante o detrás de los zagueros centrales para que Sabella, finalmente, pueda tener por momentos la línea de cinco que tanto le gusta.

Que siga igual el incansable auxilio de Biglia, la combinación de sacrificio y descaro del Pocho Lavezzi, la determinación y facilidad para encarar de Enzo Pérez, la redescubierta movilidad del Pipita y, por qué no, alguna estocada de su espada goleadora.

Y, sobre todo, que aparezca la magia del genio, del portento del fútbol mundial del siglo XXI que se ha puesto la ropa de trabajo como si fuera uno más. No te pido mucho, un poco nomás, unos destellos, unas fulguraciones, sabiendo que ese poco es incomparable. Como contra Holanda, cuando dos relámpagos de tu genio pusieron cara a cara con el gol esquivo primero a Palacio y enseguida a Maxi, y casi casi nos eximen de definir el pase a la final en los penales.

Nada distinto necesitamos, más de lo mismo, mucho más de lo mismo para doblegar al cuco que se comió crudos a los brazukas con Scolari y todo, con los superhéroes ficticios David Luiz y Hulk, con su medio equipo que salía a la cancha para tratar de compensar la ausencia de la otra mitad del equipo a lo largo de todo el torneo.

A nosotros no nos va a pasar. Eso pide, eso quiere esta hinchada sufrida y entusiasta. Que se lo merece, pero mucho más se lo merecen esos 23 pibes buenos, esos 23 pibes queribles, esos 23 amigos de todos que defienden nuestros colores en la que en estos momentos es la capital mundial del fútbol.

viernes, 4 de julio de 2014

Dame un milagro

por Toto Imperatore
La tinta de mis notas se seca antes de llegar a publicarlas. Las especulaciones se desvanecen, los análisis pierden actualidad frente a la realidad incontrastable de los hechos. En fin, exigencias del laburo que me da de comer, y que me deja poco tiempo para hacer otras cosas que tengo ganas de hacer, como atender este blog. Ésta va con la tinta fresca. En un sentido figurado, se entiende, porque ya no escribo con tinta sino con bytes.

Llegó el tiempo en que no basta con superar al rival: ahora también, y sobre todo, hay que bancarse la parada. Y esto vale en primer lugar para Costa Rica, en segundo lugar para Colombia, y también Francia y para Bélgica. Pero en este mundial plebeyo en que parecen haber caducado las aristocracias y cualquiera le hace fuerza a cualquiera, vale también para Brasil y Argentina, por las incertidumbres que han mostrado hasta ahora. Holanda y Alemania son los que parecen tenerla más favorable, al menos en esta ronda.

Ni me quiero acordar lo que sufrimos nosotros contra Suiza. Como equipo, lo más sólido que ofreció la Selección en este Mundial. Pero con su poder ofensivo disminuido, sacrificado para alcanzar ese nuevo equilibrio. Por el minuto 100, cuando Argentina parecía haberse quedado sin piernas (después recuperó en parte su energía), le mandé este sms a un amigo: "Dios danos un milagro" (aclaro que el amigo es un ser humano terrenal, de carne y hueso, yo no tengo el famoso "celular de Dios"). Dios es generoso, y en vez de un milagro nos dio tres: el gol de Ángel Di María, la pelota en el palo, y que el suizo que recibió el rebote la tirara afuera. El tiro libre del final no fue milagro, milagro hubiera sido que después de más de 120 minutos de partido un futbolista consiguiera patear la pelota por encima de la barrera.

De ahora en más ya no vale pensar. Pensar es sufrir por anticipado lo que seguramente vamos a seguir sufriendo. En Argentina no va a aparecer lo que no existe en el plantel que trajo Sabella. Lo que no existe tampoco en lo que Sabella pudo haber traido y no trajo. No hay planteo a discutir, no se puede armar el rompecabezas si las piezas no encajan, si siempre nos está faltando una pieza para alcanzar el ideal de un equipo que sea sólido abajo y que lastime arriba.

El corazón se niega a someterse a lo que ven los ojos, sea la fragilidad defensiva argentina, las dificultades para tener la pelota en otro lugar que no sea la circulación del medio hacia atrás, su falta de desequilibrio ofensivo frente a las defensas cerradas que le presentan los rivales. O se trate de la velocidad de Bélgica para pasar de defensa a ataque en contragolpes punzantes.

Sólo queda soñar y esperar que aparezcan las pequeñas diferencias, los instantáneos raptos de grandeza, la memoria de momentos más brillantes en jugadores que están rindiendo por debajo de su nivel. Y esa estirpe argentina para bancarse la parada.

Sólo nos queda soñar que el jugador de fútbol más prodigioso del planeta tenga lo que se merece. Y lo que se merece el prodigio es... no me animo a decirlo. Vamos a mirar a corto plazo. De acá al sábado, lo que se merece es desmentir la especulación del miedo que dice que Bélgica tiene la fórmula para ganarnos. Lo que se merece es meter a Argentina en el top-4, trascendiendo por primera vez en 24 años su destino histórico natural de no superar el top-8.

Vamos Argentina, sueño, locura, que esto no termina mientras no nos despierten, mientras no nos demuestren lo contrario.

jueves, 19 de junio de 2014

¿A matar o morir con "la nuestra"?

por Toto Imperatore
Medio raro este mundial... Se juega bien al fútbol, cosa que de por sí es rara últimamente, salvo honrosas excepciones. Se juega con ambición, pensando en el arco de enfrente, por momentos hasta con audacia. Una rareza. Italia juega un fútbol casi clásico. Los partidos son entretenidos, vibrantes, y con lindos goles, algo a lo que nos habíamos desacostumbrado.

Bienvenido sea. Lo demás, quizás, no es tan raro. No es tan raro que España ya se haya ido. En ese grupo redifícil, había una chance de que tal cosa sucediera: la misma chance a la que se jugó Chile con notable resultado. No es rara la contundencia de Alemania y Holanda, es lo que venían insinuando desde antes. Fue sorpresa la autoridad con que Costa Rica doblegó a Uruguay, pero que Uruguay tenga que jugarse a todo o nada contra Inglaterra era una de las posibilidades, en otro grupo dificilísimo. Y no es raro que Brasil y Argentina hayan dejado dudas.

En el caso de Argentina, lo raro fue la forma en que dejó dudas. Sospecho que Bilardo le hizo la cabeza a Sabella para que saliera con 3 zagueros centrales frente a Bosnia-Hertzegovina. La famosa "línea de 3" que es "línea de 5" según cómo se la mire. A Sabella le gusta ese esquema, pero por algo intuyo que fue "el doctor" el autor intelectual del improvisado intento.

Cualquiera sea el libreto táctico, los intérpretes tienen que saber qué hacer. En la línea de cuatro con centojás, todo el medio tiene que saber resolver cómo pasar de defensa a ataque y viceversa. En la línea de cuatro con doble cinco, los centrocampistas tienen que saber relevar a las espaldas de los laterales cuando éstos suben, de a uno o los dos como se estila ahora. Pero la "línea de 5" es quizá el esquema que demanda más ensayo, algo difícil de conseguir en una decena de partidos de eliminatorias y fechas FIFA por año. Sobre todo si los jugadores convocados no juegan a eso en sus equipos de origen, ni lo hacen juntos. Es el esquema menos natural para los argentinos. Si los futbolistas no saben cómo se juega a esto, pasa lo que nos pasó en esta primera fecha del mundial.

Si toda la defensa se queda cuidando la posición porque no se saben los desplazamientos (o se amontonan en cuanto los rivales los mueven un poco), si Rojo y Zabaleta no escalan por su lateral con decisión y agresividad, si el Kun queda atrapado entre dos centrales altos, fuertes y encima ágiles, si en el medio no hay nadie que genere juego para abastecerlo a Messi, si Messi baja para suplir esa falencia y arranca sin compañía desde atrás del círculo central, o se recuesta del lado derecho sin compañía como en los viejos tiempos, si el que distribuye en el medio termina siendo Masche desde una ubicación de "5" defensivo, entonces Bosnia-Herzegovina se te viene. Como se nos hubiera venido cualquiera que hubiéramos enfrentado con el esquema mal aprendido, fuese Costa Rica, Ecuador, Costa de Marfil, Japón, Suiza, ni qué hablar Croacia.

Y se vino nomás, al punto que en el primer tiempo pateó 10 u 11 tiros al arco, la mayoría de las veces con buena dirección, contra sólo 2 intentos desviados de Argentina. En el total del partido, fue 15-11 a favor de los balcánicos. Cuando Argentina iba, el rival duplicaba y triplicaba la marca con increíble facilidad, sobre todo sobre un Messi que no tenía en quién descargar.

En el entretiempo entraron Gago e Higuain, y la cosa cambió. Fernando usó la gambeta para romper las primeras líneas de presión del rival y distribuir desde un escalón más adelante de donde lo hace Mascherano, quien administra con criterio pero desde una posición más retrasada. Messi recibió más juego y partió desde más adelante. El Pipita le dio opciones a Messi, al ofrecerse él mismo y al liberar de marcas a Agüero. Siempre digo que no hay delantero argentino que le marque el pase a Messi como se lo marca Higuain, la prueba está en la jugada del propio gol de Messi, hermosísimo. Las subidas de Di María, y las de Zabaleta, empezaron a tener sentido al encontrar con quién asociarse. Así Argentina consolidó su victoria en la primera media hora del segundo tiempo.

En las declaraciones post-partido los jugadores le dieron al técnico un claro mensaje sobre la forma en la que quieren jugar. De todos modos, como se vio al final del encuentro, volver al esquema conocido no terminó de despejar las dudas. Argentina recibió un gol, y soportó algunas andanadas bosnioherzegovinianas en el último cuarto de hora, a las que contestó también con peligro. Pero esto no fue sorpresa, porque ya se ha dicho, se ha repetido hasta el cansancio, que este equipo nuestro es temible del medio hacia adelante y endeble del medio hacia atrás.  

Argentina sigue padeciendo un dilema parecido al que enfrentó Maradona en Sudáfrica: apostar al poder ofensivo de un grupo de delanteros de excepción (en este caso Messi-Higuain-Agüero + Di María subiendo), o desmantelar sus fortalezas ofensivas para intentar reparar las debilidades defensivas. Maradona optó por lo primero, que es lo que nos hace diferentes, y brillamos en la fase de grupos pero en las rondas de eliminación directa nos costó México y nos goleó Alemania.

Se pueden mejorar algunas cosas, como por ejemplo que los de arriba presionen más cuando perdemos la pelota, función en la que Agüero y Di María, por ejemplo, lucen bastante perezosos. Messi y el Pipita, esporádicamente, presionaron e incluso recuperaron alguna que otra pelota, pero no con la constancia con la que deberían hacerlo. Claro, esto dependerá también de su estado físico: los cuatro vienen de dolencias más o menos recientes.

Pero ningún técnico puede resolver lo que no tiene en el plantel. Lo que no tiene el fútbol argentino ni en casa ni entre los que militan en el exterior. No tiene laterales como los brasileños, ni carrileros como los holandeses. No tiene centrocampistas que pasan de defender a atacar con la velocidad de un relámpago, como los alemanes o los croatas.

Quedan Irán, que es el más flojo del grupo, y Nigeria, que por lo visto hasta ahora está lejos del nivel de otros tiempos. Ganemos esta zona, por favor, sin inventar nada nuevo. Después, quizás tengamos que salir, una vez más, a matar o morir con "la nuestra", sin garantías de ningún tipo.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Necesidad y urgencia en el área

por Toto Imperatore
Mi amigo Fede me pasó, con recomendación de lectura, el link a un artículo de la Revista Olé de ayer en el que dos catedráticos universitarios abordan la harto conocida cuestión de la escasez de defensores en el fútbol argentino y la relacionan con la asimetría en los precios que se pagan por delanteros y defensores en el mercado internacional de pases. Me sorprendió un poco la recomendación de Fede, porque en el grupo de amigos que ambos compartimos este tema viene siendo hablado desde hace tiempo, con un nivel de detalle y elaboración que escaea en la nota de Olé. Incluso creo que sus autores pecan de superficialidad, porque si bien para una mirada general de mercado basta con relacionar la composición de la oferta con el estímulo provisto por los precios relativos, los economistas sabemos (quien escribe esto es un economista) que hace falta algo más: ¿cómo es la estructura de la oferta? ¿cómo es la función de producción de jugadores a la que tácitamete haces referencia? ¿quiénes toman las decisiones que (a lo largo de varios años de formación y no en un ciclo de siembra anual) determinan la composición de la oferta?

Si reparamos un poco en estas cuestiones, veremos que la opción entre ser delantero o defensor no depende exclusivamente del gusto de los pibes. Cada vez más fuerte es la gravitación de los padres y los representantes, y de la alianza entre ambos, que se sella a una edad de los pibes cada vez más temprana. Técnicos y dirigentes de clubes han entrecruzado densamente sus intereses con el de los representantes. Para clubes europeos de primer nivel como el Barcelona, el Real o el Manchester United, el modelo de negocio apunta a ganar dinero a través del éxito competitivo, la esponsorización y el merchandising. El trading de jugadores está subordinado a esos objetivos. En cambio, para los clubes de segundo nivel, y sobre todo para los clubes de los países periféricos, el modelo de negocios se centra en el trading de jugadores. Ahí ganan todas las partes interesadas: dinero y poder para dirigentes, representantes y técnicos, dinero y vanidad para padres y jugadores. El modelo de Macri-Bianchi en Boca es un caso mixto, porque apuntó en las dos direcciones, pero está claro que igual Macri buscó ejercer un férreo control sobre el negocio de la detección/formación y trading de jugadores.

Es sabido que se paga más por un delantero que por un volante de creación (Messi o Cristiano Ronaldo, al tope de las cotizaciones, son una mezcla de ambos), por un volante de creación más que por un buen volante de contención y equilibrio como Mascherano, quizás ahí cerca vienen los arqueros si son realmente buenos. Por quienes menos se paga es por los defensores. Y es sabido también que la brecha se ha ensanchado. Hablando genéricamente, el negocio del fútbol necesita técnicos que instrumenten dispositivos tácticos para alcanzar el éxito competitivo, por eso se les paga muy bien a los entrenadores. Pero luego necesita los jugadores excepcionales que rompan el dispositivo rival y anoten. Los equipos (¿las empresas?) que tienen éxito facturan por ganar, pero también facturan por seducir a millones de espectadores, que compran los símbolos del equipo y que cosntituyen la audiencia que atrae a los espónsores. Necesitan jugadores que deslumbren y que emocionen con sus goles.

En Europa, nutrición y formación atlética garantizan jugadores para todos los puestos. En esa población, la proporción de "fantasistas" y delanteros desequilibrantes es menor, como corresponde a su calidad de "elegidos". En Argentina, a falta de similares condiciones de base, son la destreza y las inteligencias corporal-cinética y espacial (Gardner) las cartas de triunfo. El biotipo del futbolista argentino se encogió al ritmo de la hiperdesocupación de los 90 y la crisis de inicios de siglo. Ese impacto se sintió especialmente en la producción de defensores centrales, igual que en la de delanteros centrales grandes del tipo de Crespo y Palermo. El déficit de laterales y/o carrileros, otro mal crónico del fútbol argentino, probablemente viene de más lejos, y me parece que tiene que ver con los espacios en los que nuestros chicos aprenden a jugar, siempre limitados: los poteritos irregulares, ahora las canchas de las escuelitas de fútbol. Parece lógico que Brasil, donde los pibes aprenden a jugar en el espacio ilimitado de las playas, en "picados" que terminan siendo de 15 contra 15, sea el productor de los mejores laterales, con dominio de todo su carril. Los casos de Italia y Francia, que históricamente también han producido grandes laterales, no los conozco.

Supongo que el final del artículo, que pide a toda orquesta la intervención estatal para producir defensores, es un fallido toque humorístico. Si el propósito real era llegar a ese sarcasmo, no hacía falta recurrir a académicos para que escribieran la nota. La asignación universal por hijo, de confuso impacto demográfico e impacto positivo en la escolaridad, no es capaz de influir en la generación de defensores. La promoción general del deporte, si la hay, tampoco da una respuesta específica. El artículo no propone solución alguna. Por los recursos económicos que concentra, la AFA tiene sin duda poder para incidir en los clubes. Intuyo que la solución viene por el lado de clubes que se orienten a la excelencia deportiva y a la educación y formación de niños y jóvenes deportistas, y no al lucro individual de dirigentes e intermediarios. No sé cómo se logra esto. La continuidad de años de crecimiento económico favorece la mejora de la nutrición y la formación atlética de las nuevas generaciones, y de ese modo puede influir en la frecuencia de aparición de los tipos físicos más aptos para las funciones de zagueros y delanteros centrales. Pero esa continuidad, ¿está amenazada?

Creo, sin embargo, que hay novedades en el fútbol argentino. Los defensores que llevó el Sub-20 argentino al mundial de la categoría pintan bien: la pareja de River (Pezzella-González Pirez), la de Independiente (Galeano-Kruspzky), y los pibes de San Lorenzo, Banfield y Arsenal (Martínez, Tagliafico y Nervo) insinúan un recambio generacional esperanzador.

lunes, 12 de julio de 2010

El Botija Panquemado

por Toto Imperatore
Volver al sitio de El Transbordador
El Botija es un amigo uruguayo que tengo, con quien a veces coincidimos en el transbordador. Unos años atrás transbordábamos juntos y yo justo andaba necesitando una expresión bien uruguaya para retocar un candombe cuya letra acababa de escribir. Así que aproveché para pedirle una sugerencia al Botija: él me propuso la dupla "pica - pan quemado" de las escondidas orientales. La usé, le mostré cómo quedaba, y él me dijo: "¡ahí va!".

El Botija Panquemado y yo volvimos a encontrarnos justo antes de las semifinales. Él transbodaba para tomarse un transfer al aeropuerto, porque se iba a Sudáfrica a ver a la celeste. Yo, por mi parte, ya ni me acuerdo adónde iba. Desde el 0-4 con Alemania andaba medio boleado, sin rumbo fijo...  Lo felicité por el campeonato que estaba haciendo la selección uruguaya y él me lo agradeció.

El Botija: Como tú, varios amigos argentinos me expresaron su apoyo. Y yo aprecio mucho los conceptos que han vertido, tanto sobre nuestro seleccionado como sobre el país todo.

Yo: Es cierto, me llama gratamente la atención la simpatía con que se mira en Argentina a la selección uruguaya, sobre todo entre los jóvenes. Bien distante de la rivalidad enconada de los viejos tiempos. A más de uno les escuché decir, después de que quedamos eliminados: "y bueno, ahora por Uruguay"...

Le pregunté qué pálpito tenía para el partido contra Holanda.

El Botija: Veremos... Los que alguna vez hicimos deporte sabemos que, por más difícil que sea un partido, y éste es dificilísimo, una vez que entrás a la cancha son 11 contra 11...

Hizo una pausa el Botija Panquemado, y yo me quedé esperando, porque me di cuenta que tenía ganas de seguir.

El Botija: Sea cual fuere el resultado, lo grandioso que nos pasó en este Mundial es lo contentos que estamos todos por cómo se comportaron el plantel y su cuerpo técnico. Dentro y fuera de la cancha. En nuestras sociedades, el fútbol forma parte de nosotros, de nuestra idiosincrasia, de nuestra cultura, . En el resultado se puede ganar o se puede perder: es deporte y juegan muchísimos factores en ello. Pero, independientemente del resultado, es muy importante como se actúa en la globalidad. Y eso es lo que nos tiene contentos, al menos en esta oportunidad.

Yo: Me hablás de Uruguay y no sé por qué siento que estás tratando de decirme algo sobre Argentina. ¿Es así, o es que estoy demasiado susceptible?

El Botija: No, no quise insinuar nada. Pero reconozco que después del partido Argentina-Alemania estuve tentado en escribirles a mis amigos argentinos, quizás de puro atrevido, para dejarles algunas reflexiones. Al final preferí dejar pasar unos días. Tú sabés que soy de los uruguayos que queremos enormemente a Argentina como país. Tengo muchos amigos argentinos, amigos uruguayos que viven allá, y además me encanta el fútbol argentino y sus jugadores, los de antes y también los de ahora. Salvo que jueguen contra Uruguay, siempre soy hincha incondicional de Argentina.

Yo: ¿Y cuáles eran esas reflexiones tuyas?

No digo que dudé de su declaración de incondicionalidad, pero me puse un poco a la defensiva. Y él, convenientemente, se atajó.

El Botija: Quizás las compartas, quizás no...

Yo: A ver...

El Botija:  Ustedes han tenido al mejor jugador de fútbol de todos los tiempos: Maradona fue el mejor no sólo por lo maravilloso que jugaba, sino por lo que trasmitía a sus compañeros, por cómo influía en los contrarios, en el juez, en las tribunas, etcétera, etcétera. Creo que ése, justamente, es vuestro mayor problema: no pueden desprenderse de eso. Salvando las diferencias, aún nosotros no podemos desprendernos del Maracanazo, y pasaron sesenta años.

Yo: De la adoración por Maradona no podremos ni querremos desprendernos nunca...

El Botija:  Bueno... salvando las diferencias, aún nosotros no podemos desprendernos del Maracanazo, y ya pasaron sesenta años.

Yo:  Es que Diego hizo realidad nuestro sueño de llegar bien arriba y escaparle al destino natural de Argentina en los Mundiales... Que, según mi teoría, en el fútbol moderno es entrar entre los top-8 y punto. Es decir, quedarnos en los cuartos de final.

El Botija:  Pero desde que yo recuerdo ustedes siempre aspiraron a lo máximo...

Yo:  Eso era lo lógico al principio, cuando ustedes y nosotros nos disputábamos toda la gloria... Pero del 50 en adelante quedamos unos escalones más abajo. Aunque hubo épocas en que prevalecimos en Sudamérica, para volver a ser top-2 a nivel mundial necesitamos de dos circunstancias excepcionales: la localía en el 78 y Maradona-jugador en el 86 y el 90. Con esas circunstancias a favor conseguimos dos títulos y un subcampeonato mundiales. La localía es irrepetible, lo será por varias décadas. Y tener un jugador como Maradona también lo es: no hubo otro como él, y probablemente tampoco lo habrá. ¿Entendés por qué lo idolatramos, y no sólo eso, nos empeñamos en perpetuarlo como hacedor de milagros? Yo estaba en cancha de River cuando los colombianos nos hicieron 5, nos estaban mandando al repechaje con Australia y la gente empezó a cantar Maradoooó Maradoooó. Yo pensaba por favor no canten esto, porque le están pasando a Diego una mochila que él se va a cargar sin calcular el peso. Así se inició el último capítulo de Maradona-jugador en la selección, aquel que terminó con el episodio del doping en el Mundial de Estados Unidos. A fines del 2008 el desempeño de la seleccion declinaba peligrosamente en las eliminatorias, y lo volvimos a llamar como salvador, ahora en la función de DT.

El Botija: Tú conocés bien el principio de Peters... En las organizaciones humanas cada individuo asciende hasta su nivel de incompetencia. O sea, cada vez que alcanza su desempeño óptimo en una tarea lo promueven a otra nueva, hasta que terminan por darle una tarea que lo excede, en la que inevitablemente fracasa. Con Maradona puesto a técnico ese principio vale nítidamente. Aparte, ningún cuadro de fútbol puede realizarse completamente como tal, cuando es más estrella y más marketinero su DT que sus jugadores. ¡Y eso que tienen excelentísimos jugadores! Mas aún, tienen al mejor del mundo en la actualidad.

Yo: La experiencia que vivimos con Maradona en su época de jugador fue fabulosa, un sueño, pero fue distorsionante, porque nos lleva a pensar que el prodigio individual permite sustituir al dedicado esfuerzo de construcción colectiva. Es una visión mesiánica, en la que todo lo que hay que hacer es esperar que el salvador produzca el milagro. En este Mundial repetimos ese modelo mental con Messi, lo esperamos todo de Messi. En el fútbol uruguayo hay episodios milagrosos, pero no son resultado de los superpoderes de un elegido, me parece a mí que son milagros conquistados colectivamente por determinados grupos de personas que se alinearon detrás de una causa.

El Botija: Ya que hablás de distorsión, bo... pretender que Maradona reedite como DT la influencia que tuvo como jugador es el colmo de la distorsión.

Yo: Mirá, de Maradona-técnico hubo cosas que a mí me convencieron. Hablo exclusivamente de la etapa del Mundial, apartando todo lo anterior que no me gustó. Reconozco que me entusiasmé. Me sedujo su idea de los tres delanteros; puso por encima de toda otra consideración ese concepto estratégico que anticipaba que en este Mundial nuestra ventaja diferenciadora era precisamente esa disponibilidad de atacantes que estaban pasando por su momento cumbre. Una audacia que lo alejaba de los tacticistas puros, que son expertos en diseñar esquemas para no jugar a nada. Claro, a partir de eso Diego tenía que armar de adelante para atrás un equipo que respaldara al terceto ofensivo. Apostó a que el equipo terminaría de "aparecer" durante el Mundial pero a medida que los partidos se tornaron decisivos eso no ocurrió.

El Botija: Un DT, además de hacer su trabajo, tiene que ser un referente. El consejo sabio, el conductor en las buenas y en las malas, el motivador, y un ejemplo de conducta para todos, pero especialmente para las generaciones mas jóvenes. Las estrellas deben ser los jugadores, ¡que son los que están en la cancha! Luego de sus tétricas declaraciones en Uruguay al terminar las eliminatorias, Maradona venía bastante bien en la primera parte del Mundial. Pero últimamente ya había perdido de nuevo la línea, y la perdió definitivamente tras la derrota estrepitosa con Alemania.

Yo: A mí me gustó el rol de Maradona como motivador de sus jugadores durante el Mundial. Para ellos Diego fue el ídolo máximo. Es inexperto como entrenador, pero cuenta a su favor el haber participado como jugador en cuatro Mundiales, bueno, digamos en tres Mundiales y medio, una vivencia que muy pocos tienen. Al principio ejerció un estilo de liderazgo participativo, al involucrar a sus compañeros del cuerpo técnico y a los propios futbolistas en las decisiones. Si bien no conocemos toda la intimidad, ese estilo dio señales aparentes de funcionar. Todas esas cosas me hicieron ilusionar hasta que con México las dudas reaparecieron y con Alemania se confirmaron hacia el lado negativo.

El Botija: Amigo, visto de afuera, lo mejor que pueden hacer es dejar a Maradona en el sitial de donde nunca tuvo que haber salido, el de haber sido el mejor jugador de todos los tiempos. Y poner de DT a alguien que, además de conocimientos de fútbol, táctica, estrategia, motivación, etcétera, etcétera, trasmita buenos valores. De última, el fútbol es eso, un juego, donde se pueden trasmitir valores. Jugadores, ustedes tienen de sobra.

Yo: Por supuesto que es una bendición producir jugadores en cantidad y calidad. Pero es algo que, al mismo tiempo, nos induce inconscientemente a acentuar el foco en las virtudes individuales por sobre las colectivas. Diseminados por diferentes equipos y países, nuestros jugadores engordan sus egos a la par de sus billeteras, y luego hay que ponerlos en la Selección Nacional a trabajar juntos en 1 ó 2 días previos a cada partido de la eliminatoria o, con suerte, de algún amistoso FIFA. No dudo que esos muchachos ponen la mejor voluntad del mundo, aman la camiseta argentina, se respetan y hasta se admiran mutuamente. Reconozco el sacrificio que hacen cada vez que viajan a jugar. Pero trabajar juntos, articularse, ser actores y co-gestores de un diseño colectivo, es otra cosa. Dicho sea de paso, encontrar este tipo de cohesión es más la excepción que la regla en cualquier fútbol del mundo, y el equipo que lo logra tiene una carta de triunfo realmente valiosa.

Esta vez fue el Botija Panquemado quien se dio cuenta de que yo tenía más rollo para largar, y tuvo la paciencia de esperar a que yo ordenara mis pensamientos.

Yo: Yo creo que lo primero que tenemos que tener claro es dónde estamos y adónde queremos llegar. El argentino futbolero medio (es decir, la amplia mayoría del país) cree en cada Mundial que Argentina es candidato al título, cuando la verdad ya te la dije: a menos que aparezca una nueva condición excepcional, nuestro destino natural se termina en cuartos. El objetivo debería ser superar ese dintel, o sea entrar entre los 4 mejores. Para mí no tiene sentido encarar un Mundial con el objetivo de salir campeón, porque eso no se puede planificar de antemano. Una vez que estás entre los 4 mejores todo es posible porque en esas instancias las fuerzas están parejas. Reconocer dónde estamos es el primer requisito de la deportividad. Lo segundo que tenemos que tener en claro es que el objetivo sólo podrá alcanzarse mediante la construcción colectiva.

El Botija se fue, apurado por el horario, para proseguir su viaje. Ellos sí estaban entre los 4 semifinalistas, y en esa posición ya todo le parecía posible.

Unos días más tarde volví a encontrarme con él y, con el resultado contra Holanda puesto, le deseé que Uruguay conquistara el tercer puesto contra Alemania. Con un dejo de ironía autoridirigida, agregué: "gánenles y de paso nos explican bien cómo se hace", aunque por entonces ya España había dado una muestra de lo que hacía falta para vencer a los alemanes y, por cierto, se había ocupado de no darles las ventajas que les dio Argentina. La siguiente vez que nos encontramos fue después de que Alemania derrotó a Uruguay, pero la forma en que el equipo uruguayo jugó ese partido fue una muestra cabal de cómo se podía vencer a Alemania. Porque pudieron perfectamente haberlo hecho.

lunes, 5 de julio de 2010

4 de copa

por Toto Imperatore
El sueño de una ronda semifinal dominada por Sudamérica se esfumó. Brasil se suicidó y de inmediato Holanda, sin dudar ni dejar dudas, lo remató por las dudas. Alemania desintegró con goles la ilusión de Argentina y la redujo a un mero espejismo. Paraguay le hizo frente a España de igual a igual, pero en un encuentro de pocas chances no aprovechó las suyas y terminó cayendo. De los sudamericanos, sólo Uruguay pasó, en un partido increíble que Ghana tuvo a su alcance antes de derretirse en los penales, incluido el que Gyan mandó al travesaño en el minuto 120 del juego.

Quedaron 3 semifinalistas históricos y 1 casi nuevo. Alemania es el que más frecuentó las semis, es la 12da ocasión en que llega a esta instancia; hasta ahora la superó 7 veces y claudicó sólo en 4. Más allá de sus antecedentes, en su versión actual parece un equipazo. Naturalmente estoy impresionado por el partido frente a Argentina, en el que quizá dispuso de demasiadas facilidades.

Holanda fue semifinalista en 3 oportunidades, cayó en la última (Francia '98, ante Brasil) y pasó a la final en las dos anteriores sin llegar a campeón (Alemania '74 y Argentina '78). Ya dije que de a ratos le veo cositas de aquella naranja mecánica del 74, sobre todo eso de poner la pelota al vacío en cualquier dirección y en cualquier lugar de la cancha, en corta y en media distancia. Cositas apenas, no quiero exagerar. Llega con un largo invicto en partidos internacionales, y con el respaldo de haber eliminado a Brasil en cuartos. En este torneo ganó todo lo que jugó, pero también en cada partido dio chances a sus rivales.

Uruguay es el más histórico de los tres semifinalistas históricos. Yo diría casi prehistórico, no con ánimo de ofender sino para diferenciarlo de los otros, más modernos. En el 30, de local superó la semifinal y después fue campeón; en el 50 no hubo semifinales por eliminación sino un cuadrangular en el que Uruguay se consagró por segunda vez, y por último en México '70 perdió con el Brasil asombroso de entonces. Tiene méritos en todas las líneas: una defensa y un medio campo firmes, con mucho orden y rapidez para replegarse a su zona cuando el rival gana la pelota, y un terceto de delanteros (Forlán más retrasado para conducir, Cavani de media punta o por afuera para asociarse y buscar y su goleador Suárez de punta). En lo futbolístico, hasta ahora no demostró en Sudáfrica su capacidad de juego salvo, claramente, contra el local. Sí mostró su coraje, su voluntad a puro corazón, su persistencia milagrera. En eso consistió su partido contra Ghana.

España es el casi-nuevo. Es su primera semifinal mundialista propiamente dicha, aunque una vez ya fue top-4: en Brasil '50 intervino en el cuadrangular final y quedó relegada al 4to puesto. A Sudáfrica llegó con chapa de candidata, por haber ganado su primera Eurocopa en el 2008 y por el nivel de juego que alcanzó en aquel momento. En todos los partidos de este Mundial dispuso de la pelota más que el rival y la manejó, aunque todavía no fue capaz de traducir el domino en abundancia de situaciones de gol. El Niño Torres está lejos del que se consagró en la Eurocopa, pero para compensar apareció Villa. España mostró carácter y paciencia para insistir hasta abrir brechas, aunque no llegó a establecer nítidas diferencias en el marcador con Suiza (con la que perdió el partido inicial), Chile (que le descontó con un hombre menos), y Paraguay (que consiguió emparejar los méritos durante la mayor parte del encuentro).

domingo, 4 de julio de 2010

0-4 y la noche

por Toto Imperatore
Alemania desintegró con goles la ilusión argentina y la redujo a un mero espejismo. Los cuartos de final de un Mundial ya son alta competencia. La jerarquía del rival potenció los problemas que Argentina había mostrado en varios partidos anteriores, especialmente contra México, a los que el cuerpo técnico no dio respuestas. La misma alineación que había ganado el partido anterior resultó ser demasiado poca oposición para Alemania. La franja derecha volvió a hacer agua. El medio campo volvió a ser un gran vacío en el que los volantes rivales, en este caso Schweinsteiger secundado por Khediras, movieron los hilos de su equipo. Con Verón y Pastore en el banco, Argentina padeció otra vez la ausencia de volantes de manejo y creación. En consecuencia, Messi tuvo que partir desde atrás del círculo central y hacer recorridos más largos que nunca hasta llegar arriba, ya condenado a una imposible resolución individual de la jugada.

Para buscar un antecedente a este 4-0 tengo que remontarme al Mundial '74. El partido Holanda-Argentina fue parecido a éste, no sólo por el marcador final sino también por haber puesto frente a frente a un equipo con funcionamiento afiatado y un combinado de individualidades, y por la desequivalencia futbolística resultante. No digo que la Alemania actual, que recién asoma, sea comparable a aquella perfecta naranja mecánica. Pero, por otro lado, debo reconocer que en las marquesinas internacionales los actuales integrantes del equipo argentino brillan mucho más que los de aquel entonces.

A pesar de todo no voy a caer ahora en la necrofagia, esa costumbre tan argentina de devorarse a los caídos. No me vengan a decir que faltó un trabajo de años. Es obvio que faltó, porque Maradona lleva 20 meses como DT de la Selección. No se benefició con la continuidad de un proceso anterior, porque cuando agarró el equipo éste languidecía con aquel estilo de circulación periférica, renuente a pasar a la fase ofensiva, que Diego quiso cambiar. La mayor parte de su gestión se consumió en el arduo proceso de clasificación, definido angustiosamente, y el resto fueron amistosos espaciados, algunos irrelevantes. En el último tramo previo al Mundial, la falta de competencia fue presentada como algo deseado, una precaución para evitar lesiones. A lo largo de su gestión Diego tomó decisiones zigzagueantes que lo llevaron a convocar más de un centenar de jugadores. Ahora bien, tampoco hace mucho que Alemania encontró su actual formación y sin embargo mostró funcionar como equipo. Hasta hace un par de meses su capitán y conductor era Ballack, quien se perdió el Mundial por una lesión; quizás esta desgracia terminó por facilitar la eclosión de algo nuevo. Sacando al goleador Klose, al central Friedrich y algún suplente, sus jugadores son muy jóvenes. Podolski tiene experiencia a pesar de sus 25 años, Schweinsteiger apareció como promesa en el Mundial pasado, pero Oezil debutó en el partido amistoso con Argentina a principios de este año y Müller tiene unos pocos meses de titular. Quiero decir: en armar un equipo realmente bueno hay una parte que tiene que ver con tener ideas claras, y otra parte que depende de hallar intérpretes superlativos para materializarlas... en todos los sectores de la cancha.

Maradona llegó al Mundial sin otra alternativa que decidir sobre la marcha, eso ya lo sabíamos incluso antes de empezar a ilusionarnos. Al fin y al cabo, él es un presentista absoluto y vive de esa manera. Tuvo claridad para ver algunas orientaciones estratégicas y ponerlas por encima de la táctica. Ése es su mérito. Los tacticistas puros, e incluyo en este grupo a varios de los personajes que hablan o escriben sobre fútbol en Argentina y también a ciertos técnicos, carecen de pensamiento estratégico. Parten del dibujo táctico y pretenden convencernos que la cuestión se limita a ponerles nombres a los puestos. Me hacen acordar a esos juegos de encastre con los que se entretienen y aprenden los nenes de 2 años.

De ahí en adelante, Diego y sus colaboradores debían completar una estrategia de juego que abarcara a todas las líneas del equipo y, en función de ésta, definir tácticas que hicieran posible que las fortalezas estratégicas se manifestaran. No haberlo hecho es su demérito. El plantel que se lleva a un Mundial debería estar determinado por las decisiones que se toman en el plano estratégico y quizás, accesoriamente, por algunas de las que se toman en el plano táctico. Una vez que el plantel está elegido, la disponibilidad de jugadores pasa a ser una restricción más. En la conducción, a Diego le adjudico otro mérito: el haber introducido un estilo de liderazgo que pareció rendir sus frutos hasta que llegó este duro revés deportivo.

Quizás en el equipo alemán haya mejores condiciones para desarrollar una estrategia de juego y un esquema táctico, porque hay una mayor continuidad conceptual. Intuyo que es así, aunque no estoy completamente seguro de ello: no es el mismo sistema táctico el de la época de Beckenbauer-jugador que los de Beckenbauer-técnico, el de la época de Ballack que el de este Mundial. Pero quizás las diferencias sean menores. Algo similar pasa en Brasil: hay una tradición que trasciende al tiempo. En lenguaje común, "saben a lo que juegan". En Argentina también hay tradición, quién puede discutirlo, pero está cada vez más circunscripta a las destrezas individuales que se transmiten de generación en generación. A nivel Selección el fútbol argentino -el fútbol como sistema de juego y no los jugadores como individuos- tiene problemas de identidad desde hace... más de medio siglo. Je, je, esta es una afirmación osada, porque en el medio hay dos títulos y una final mundiales, y unos cuantos títulos juveniles, pero tengo argumentos para desarrollarla y lo haré en otro momento.
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Esta nueva eliminación mundialista desnuda problemas estructurales del fútbol argentino. Voy a dejar de lado las cuestiones extrafutbolísticas que todos conocemos, desde los dirigentes a los barras bravas, no porque no sean importantes sino porque quiero concentrarme en lo futbolístico. Hace tiempo que Argentina tiene problemas por las bandas, sencillamente porque no surgen laterales en nuestro fútbol. En el mundo, los grandes equipos han sabido resolver el manejo de las bandas. Sin ir más lejos, Alemania tiene hoy a Lahm por derecha, lo vimos dominar su banda a despecho de Di Maria, Maxi y/o Heinze, y recorrió la izquierda con el lateral Boateng y el volante ofensivo Podolski.

Hace tiempo que no producimos zagueros centrales de calidad. Otamendi fue una de las buenas apariciones recientes en ese puesto, aunque en esta Selección jugó de otra cosa. Pero en general no surgen centrales con las virtudes distintivas de los centrales: envergadura y solidez física, justo balance fuerza-velocidad, juego aéreo, reflejos, visión de entorno, inteligencia táctica, temple, personalidad. Los pibitos no quieren ser laterales o zagueros, porque éstos tienen poca cámara en la tele; los padres no quieren que sus hijos jueguen de eso, porque son los puestos menos cotizados. Los cazadores de talentos que trabajan con los representantes casi ni se fijan en ellos, porque sus transferencias son negocios menores.

Con respecto a delanteros, no nos podemos quejar: a Sudáfrica fuimos con una buena dotación. Sin embargo hace tiempo que no vemos surgir centrodelanteros de corte clásico, capaces de exigir en el duelo físico con los defensores rivales, llevárselos de paseo, cabecear en las dos áreas, causar desparramos, salir a participar en la circulación ofensiva y entrar con oportunismo para meterla con cualquier parte del cuerpo, obstruir la salida rival... Maradona llevó a Palermo: el Loco hace buena parte de ese menú y se lo merecía, pero también es cierto que el DT no encontró nada comparable en generaciones más jóvenes. Están muy bien los delanteros pequeños y veloces, pero también hay que tener de los otros para diversificar las opciones.

Hace tiempo que los técnicos de la Selección apenas si pueden trabajar con sus jugadores. Los países que tienen a sus cracks en el extranjero deben enfrentar la renuencia de los clubes a cederlos, que se traduce incluso en presiones directas sobre los futbolistas. Disponen de ellos muy espaciadamente, dentro de los calendarios y las condiciones que la FIFA ha ido reglamentando, sesgadas, como era de esperarse, hacia el interés de los clubes. Los propios seleccionadores nacionales se autolimitan en las convocatorias para no desgastar tanto al jugador. Ante estos obstáculos, deberían sacar el máximo provecho de las fechas de amistosos FIFA. Argentina no lo hizo. Las selecciones sudamericanas necesitan mantenerse fogueadas compitiendo con los europeos, cosa que el extenso calendario de las eliminatorias de CONMEBOL les dificulta. En contraposición a este panorama, los integrantes de la selección germana juegan todos en su propio país; si bien es cierto que la tensión selección-clubes también existe, no es la misma. Hay quienes dicen que hace por lo menos un año que en Alemania tienen la Jabulani, que Adidas desarrolló y fabrica allí, pero no quiero caer en explicaciones que no puedo confirmar y suenan a excusas llorosas.

Con todo esto, tenemos que aceptar que mantener nuestro nivel histórico de top-8 es un buen logro, sólo menoscabado por la goleada que recibimos en la despedida. Como no podemos volver a 1930, para subir a niveles más selectos seguiremos necesitando de condiciones excepcionales, como lo fueron la localía en el 78 (de paso recordemos que al 78 se llegó tras un par de años en que estuvo prohibida la transferencia de jugadores al exterior) o el tener a Maradona en el 86 y el 90. La condición excepcional de este 2010 fue contar con un puñado de los mejores delanteros del mundo en un momento cumbre de sus carreras, y no alcanzó. Al menos, no alcanzó con lo que se hizo en torno a ellos. Bueno, los acontecimientos obligan a pasar a otra cosa. Pasando a otra cosa:
¡¡Fuerza Uruguay!! ... Y a mirar la Copa Davis.
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