lunes, 3 de julio de 2006

Alemania 1 (4) - Argentina 1 (2)

por Toto Imperatore
Se acabó, queridos argentos. Pensé que iban a ser siete entregas, ocho quizás si sumábamos una de yapa sobre los festejos. Pero me quedo en ésta: la quinta.

Bah, igual ya me estaba aburriendo esto de escribir sobre fútbol. Un tema poco interesante, en realidad. Yo no sé por qué la gente se entusiasma tanto con el fútbol. Por qué se alteran tanto. Se ve que no tienen otra cosa en qué pensar. Yo sí tengo otras cosas de que ocuparme… sobre todo desde que perdió Argentina. Buaaaaá ME QUIERO MATAR. ¡Cómo puede ser que nos hayamos quedado afuera! Pero hicimos un papel digno me parece. Aunque eso no consuela.

Pienso que a Argentina le pasó contra Alemania lo que a México con Argentina. Ambos fueron capaces de jugarle de igual a igual a un rival superior, pero la exigencia para lograrlo es tan grande que te fundís. La superioridad argentina sobre México era técnica, y ellos la tenían que compensar con despliegue físico y concentración táctica. La superioridad alemana fue física (siempre lo es) y Argentina la tuvo que compensar llevando al límite la entrega física y el dominio de la técnica.

Así Riquelme fundió el motor, Crespo también, Sorín ni hablar. Abbondanzieri se lesionó. Es terrible chocar con esos tipos, me hizo acordar al choque de Carnevali contra el holandés Rep en el 74, el de entonces mucho más espectacular pero con el mismo final: arquero afuera. Ayala, Masche, Coloccini, se la bancaron a muerte. Tévez también, peleó como un gladiador pero otra vez sin suficiente claridad futbolística como para generar situaciones netas. No puedo decir que fue un partido excepcional de Carlitos como hacen muchos comentaristas, porque para mí la actuación de un delantero se califica por lo que hace en ataque, más allá de la admiración que uno puede sentir por otros méritos que sí fueron superlativos: su temple, su espíritu combativo. Maxi también se la bancó pero esta vez sin fútbol.

En fin, por un lado uno puede pensar que Argentina mereció mejor suerte. Pero por otro lado llegó muy poco, cómo iba a ganarlo sin crear situaciones. Que el árbitro inclinó la cancha. Y sí, eso pareció, pero sabíamos que iba a pasar eso y que pareja y por puntos se la daban a ellos. Había que noquear y no teníamos punch. Que Alemania se llevó demasiado premio. Y, sí, la verdad que sí. Pero un partido tan cerrado, con tan pocas situaciones, es empate clavado en 90 ó 120 ó lo que dure y se define en los penales. Y en los penales ellos hicieron las cosas bien y nosotros no.

Ahora, para seguir haciendo guita del Mundial los ladrones mediáticos tienen que llenar minutos que quedaron vacíos desde que Argentina no sigue. Entonces se dedican a buscar culpables, a revolver mierda.

Que Pekerman se equivocó en los cambios está probado, porque Cambiasso no aportó gran cosa y encima erró el penal. Cambiasso había sido lo más flojo de Argentina en los partidos previos. Fue insensato pretender que reemplazara al conductor futbolístico quebrado. Y Cruz no hizo nada. O muy poco, porque hay que contarle a favor un desborde (clarito) con centro al medio (malo, pero llegaba un solo delantero y el central lo cubría) y el penal muy bien pateado en la definición. Que tenía que haber entrado Messi en vez de Cruz. O hasta Saviolita. Y Aimar en vez de Cambiasso.
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Que Riquelme fracasó. Y que Crespo es pecho frío, que no ganó nada. Como si ganar algo fuera exclusivamente una cuestión de voluntad y pecho caliente, y no hiciera falta además tener condiciones técnicas y alrededor un equipo que funcione. Y ahora la nueva es que Riquelme y Crespo se odian y que Riquelme no se la pasaba a Crespo, y te muestran como 20 jugadas en que Riquelme se la pasa muy corta (y lo hace volver) o muy larga (y no llega) o lo agarra volviendo del offside o se la pasa a Maxi o a Cambiasso cuando era para Crespo y así. Y te dicen que si no se odian, no se entiende por qué Riquelme no lo habilitó más seguido, o la misma cantidad de veces pero mejor.

Y, la verdad que todo eso se puede decir y hasta luce como si uno supiera de fútbol. Pekerman debió haber llevado reemplazo para Riquelme. A quién no me preguntes, pero alguno debió haber llevado. Y capaz que al flaco Bilos para tener la fuerza y el tamaño que nos faltó. Y a Lux en vez de Franco. Y a Battaglia para contar con un volante por derecha natural, sin tener que improvisar tanto, y un reemplazo para Mascherano. Y, ya que lo llevó a Messi, haberlo puesto, y hasta a Saviola o a Aimar contra Alemania. Nos basta con comparar lo que fantaseamos que habrían hecho ellos con lo que realmente hicieron Cruz y Cambiasso para autoconvencernos de que tenemos razón. Podemos lamentarnos una y otra vez de que lo teníamos ahí, que ese partido estaba ganado, que ellos estaban muertos, que metíamos a los chiquititos y los pasábamos por arriba.

Veo a Francia eliminar a Brasil (Brasil tiene papá, y es Francia) y pienso en una palabra: grandeza. Eso nos faltó. Los veo jugar a Zidane y Rivery y pienso ves, esto es lo que se espera de un enganche y un delantero. Si hablamos en términos tenísticos, Argentina es top-8 y mientras se mantenga ahí no fracasa. Brasil es top-2 y por eso fracasó. Para volver a ser top-2 (lo habíamos sido en el 30) a nosotros nos hizo falta de dos condiciones excepcionales: jugar en casa (en el 78) y tener a Maradona (en el 86 y el 90), la primera difícil de repetir, la segunda irrepetible. Hay que encontrar lo antes posible la forma de subir y para eso hay que trabajar. Nuestros dirigentes, nuestros técnicos, nuestros periodistas, nuestros intermediarios, los padres de nuestros chicos futbolistas, ¿juegan a favor o en contra de este objetivo?

Desde que Argentina salió, mi final favorita es Italia-Francia. Y en cuartos me fue bien.  ¿Cómo la ven a la azurra para sacar a los alemanes?  ¡La azurra tiene peso, eh! Portugal no me gusta. Maniche es un jugadorazo, y Figo sabe un toco y todavía puede bastante, pero es más mañero y sucio que el Mellizo Barros Schelotto. Quiero que pierdan así se van del Mundial los últimos brasileros que quedan (Scolari y Deco). A propósito de brasileros, escuché unos bocinazos en Buenos Aires cuando perdió Brasil y me pareció lamentable … ¡qué abajo hemos caído!

Si la final es Italia-Francia, gli azzurri saranno campioni un’altra volta!!!! Avanti l’azurra!!!
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martes, 27 de junio de 2006

Argentina 2 - México 1

por Toto Imperatore
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¡Ya está!
Esta figura contiene mi aporte definitivo a la teoría futbolística. Crea doctrina, marca un antes y un después. A partir de ahora me negaré a discutir nombres, que es lo que suele hacer la mayoría: sólo lo haré en el marco de este modelo de pensamiento sistémico.

El aporte de Riquelme es tener la pelota. Con esa circulación periférica que le es característica, defiende con la pelota, se hace vértice del toque del conjunto. Una circulación que no es veloz, sino expectante; que no es “vertical”, sino circundante. Como un pivot de básquet, por ejemplo. Al que no le gusta un volante así, está todo bien: que diga que no hay que ponerlo, pero lo que no se puede pretender es que Riquelme juegue de otro. A mí me tomó tiempo digerir a Riquelme. Por supuesto que me gustaría un enganche que, además, acelere con frecuencia, abra camino hacia el área rival, asocie su juego con el de los media-puntas y los puntas, y los acompañe hasta pisar zona de definición. Román jugó de este modo en pasajes de su carrera, en el Juvenil, en Boca y en el Villarreal. Actualmente no lo hace y, mucho menos, en la Selección. Pero el fútbol argentino tampoco tiene otro enganche que lo haga. Román es lo mejor que tenemos en el medio y el juego del equipo tiene que ser tal que permita obtener lo mejor de Riquelme, que facilite que Riquelme se acerque al ideal tanto como pueda.

Para tener la pelota Román necesita alrededor de él compañeros que se muestren y siempre le ofrezcan por lo menos dos opciones y, preferiblemente, tres (seguir él, tocar corto, tocar largo). Cuando falla en el toque (tuvo momentos de mucha imprecisión contra México) puede ser por error propio, pero también porque sus compañeros no tienen suficiente movilidad como para darle opciones. Pasó con Costa de Marfil y con México; por lo tanto sigue vigente mi duda sobre si no les está faltando a los jugadores argentinos ese plus de velocidad-precisión que necesita un equipo para estar en el primer nivel competitivo (darle pelea a Alemania, por ejemplo).

En función ofensiva, Román necesita que lo acompañen enganches-medias puntas y puntas que: (a) provean la cuota de aceleración y penetración que él por sí solo no está cumpliendo; y (b) sepan explotar las brechas que la insistente circulación periférica puede crear.

Por partido, él puede poner 3 pelotas incisivas por abajo (como la del gol de Saviola a los marfileños). Un par de veces por partido puede participar en una pared y llegar hasta el área para aprovechar su pegada, como hacía el año pasado en el Villarreal. Puede poner centros precisos para los referentes en el área. Es un gran pateador de tiros libres. En algunos de estos rubros ha estado por debajo de su nivel medio, o de las expectativas del hincha. Entiendo las críticas si son por esta causa.

El Pibe Valderrama, que de toque algo sabe, cuestionó la precisión de Riquelme en los pases, y dijo que si Román no anda bien y Argentina no puede hacer su toque está perdida. A propósito, ¿no hay similitudes entre esta Argentina y aquella Colombia del Pibe? ¿Román no cumple más o menos la función de Valderrama? ¿Y Maxi no es como Freddy Rincón?

Saviola y Crespo funcionaron muy bien con Riquelme en los 2 primeros partidos. Con México bajaron los dos, sobre todo el Conejo. Se perdieron un gol cada uno, sendos mano a mano con el arquero que hubieran cambiado el rumbo del partido. Lo lamenté por ellos, porque muchos están esperando que fallen para caerles encima. Los dos se desgastaron y perdieron posición en la cancha porque bajaban a ayudar (Crespo más en el primer tiempo, Saviola más en el segundo) para tratar de resolver el problema que Argentina tenía por izquierda. Entonces partían desde más atrás y perdían libertad para usar todo el frente de ataque. Al Conejo lo marcaron bien, el mexicano que le asignaron no lo dejaba anticipar, en base a reflejos estaba siempre encima de él para desequilibrarlo.

Lo que está aportando Tévez cuando entra no alcanza a satisfacerme, más allá de su enjundia y la simpatía que despierta el personaje. Quiere hacer siempre la de Superman y termina chocando con los defensores rivales. No se asocia. Cuando recibe, gira y encara con poca claridad. Saviola no jugó bien y tuvo un mano a mano con el arquero, Carlitos ni eso. Que en mitad de cancha (resalto: en mitad de cancha) se lleve una pelota entre tres a puro coraje, viveza y habilidad conmueve pero no compensa el déficit.

En cambio Messi, con México, pareció que estaba dejando de lado “la de Superman” y mejoró mucho. Se asoció más, con Riquelme y con Aimar. Mostró cosas como para pensar que puede ser importante en un partido.

La inclusión de Aimar ayudó porque, a pesar de las intermitencias que caracterizan su presente, es quien aporta el complemento que Román necesita para que el equipo pase de la circulación periférica al ataque penetrante. Es el eslabón que une a Riquelme con los de arriba. Así jugaron en el mundial juvenil que ganaron juntos. Creo que los buenos momentos de Aimar, aun esporádicos, tuvieron que ver con un juego más asociado de Tévez y Messi, incluido el gol mal anulado a Messi. Si va a entrar Aimar, el planteo no es Aimar por Riquelme sino Aimar con Riquelme. Pero, claro, no creo que sea repetible la alineación con la que Argentina terminó el partido contra México; las funciones ofensivas deberían poder cumplirse con menos jugadores (o sea, que cada uno cumpla más funciones).

Argentina preocupó en defensa. Contra Costa de Marfil, Heinze ya había orillado la expulsión y el penal. Esta vez cometió demasiados errores; Lo perdió a Rafa Márquez en el gol (aunque probablemente Scaloni debió haber venido con Márquez). Al final del primer tiempo se le escapó una pelota y debió cometer una falta brusca cerca del área; era expulsión por “último recurso” porque Ayala no llegaba, pero éste se movió como si aún intentara cerrar y le creó al referí una falsa impresión óptica que salvó a Heinze. En el segundo tiempo tuvo dos medios pifies de cabeza, en el área, de los que Argentina zafó de casualidad. Es candidato a salir pero no sé si Milito es un reemplazo confiable, más allá de que anduvo bien en el poco comprometido empate con Holanda.

En otros pasajes del juego Heinze tuvo sus aciertos. Parece que anda mejor en espacios más largos, cuando Argentina está en ataque, no lo perturba tener que salir más lejos. En realidad, eso le pasa a toda la defensa argentina (¿será un efecto residual de la era Bielsa, cuando el equipo hacía pressing en campo rival?). El mismo diagnóstico le cabe a Mascherano: cuando tiene que recorrer más metros hace valer su inteligencia posicional y su timing; y se pierde en espacios cortos cuando está entre muchos. Masche hizo agua en varias situaciones del primer tiempo, pero a él se le banca a muerte un rato de desorientación a cambio de todo lo que juega en los tramos definitorios de los partidos. Espectacular en el segundo tiempo (sobre todo de la mitad en adelante) y en el alargue.

Scaloni no me gustó. Jugó acelerado, cuando se mandó tiró unos centros horribles. Y Sorín, ¿hace falta que se mande siempre? Si subiera una de cada tres veces tendría más sorpresa, marcaría mejor, y no se cansaría tanto en un puesto en que, cuando el cansancio te come las piernas, te pasan por arriba (y más a él que marca más por persistencia que por oficio). Hay que mirar por el lado de Sorín para explicarse parte de los problemas que tuvo Argentina. Igualmente yo no lo sacaría, tiene mucho valor para la mística del equipo. ¿Se puede conseguir que Sorín administre su despliegue con más inteligencia?

Maxi y Ayala, dos mounstros. Qué golazo hizo Maxi, fue un milagro casi y en parte eso preocupa: ¿dependemos de milagros para seguir adelante?. Me queda Cambiasso, que quizás sea la clave: el hombre a sacar. De hecho ya salió del equipo y volvió al lesionarse Lucho. Anduvo mal contra Costa de Marfil por izquierda, bien contra Serbia por derecha, ni bien ni mal contra Holanda por derecha, mal contra México por derecha primero y luego por izquierda. Mascherano levantó cuando salió Cambiasso: ¿será que se molestan? ¿O fue que el equipo sin Cambiasso se paró más adelante y entonces Masche se benefició por aquello del manejo de los espacios que dije antes? Lucho, a quien parece que Pekerman quiere poner, es otra incógnita: ¿cómo rendirá?

La decisión la tiene Pekerman. Hay que creer que Pekerman sabe más que nosotros. De movida, tiene más información sobre cómo andan los jugadores futbolística y anímicamente, para eso los entrena y vive con ellos. Tiene experiencia y antecedentes que no vamos a descubrir ahora. Y trabaja de esto full time. Así que no queda otra cosa que esperar lo que él decida, y rogar que no se equivoque.

Un párrafo aparte para los mexicanos. No son ni Alemania ni Brasil. No son naturalmente veloces, duros y fuertes como los marfileños. Pero nos jugaron a muerte. Hicieron un gasto de 2 ó 3 partidos, porque en su inconsciente no existía la posibilidad de pelear por algo en cuartos de final. Su fin último era ganarle a Argentina, superar los octavos y hacer historia, aunque después fueran una piltrafa contra Alemania. Con ese espíritu vinieron. Y con una increíble disciplina táctica. Como ni el gasto físico ni la mecanización táctica se pueden mantener por 120 minutos en el mismo nivel, fueron aflojando gradualmente, pero igual nos hicieron sufrir hasta el final. A Lavolpe lo van a defenestrar ahora, pero deberían estarle agradecidos. Jugarle así a Argentina, en algún momento controlar la pelota y arrancar unos “oles” de su tribuna, que ese Pineda le hiciera un caño a Scaloni, hacernos asustar, son logros que (aplicando el “principio de escasez”) tienen tanto valor para México como, por ejemplo, una copa del mundo para Brasil, que tiene cinco.
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viernes, 23 de junio de 2006

Argentina 0 - Holanda 0

por Toto Imperatore
Esta me costó escribirla. Es que el partido no tuvo demasiadas aristas para el comentario. Apenas una confirmación del buen nivel de Argentina. Fue como un amistoso fecha FIFA, que se juega por el amor propio y para la estadística, y por lo tanto no se quiere perder de ninguna manera, pero tampoco se quiere correr riesgos excesivos para ganarlo. Y entonces, me pareció interesante esperar otros resultados para ampliar el panorama. Pero los octavos ya se vienen encima, bien pegaditos.

La conclusión de la fase clasificatoria es sencilla. En el fútbol mundial de selecciones, los grandes son grandes de verdad. Y por lo general los chicos no se les animan. O no tienen con qué. Eso significa que hay pocas sorpresas en los mundiales. En 17 mundiales, sólo 7 equipos ganaron la copa. En promedio 2,4 mundiales por cabeza. Sólo 5 equipos ganaron la copa más de una vez, sólo 5 (obviamente los mismos) ganaron la copa fuera de su casa. Sólo 2 equipos ganaron su primera copa fuera de casa, y uno de ellos luego de haberla perdido en casa. Sólo uno, notoriamente Brasil, lo hizo fuera de su propio continente. Sólo 11 llegaron a la final, de ellos sólo 6 de 1970 en adelante. Sólo 18 equipos llegaron por lo menos al 3er puesto (en 1930 no hubo definición por el 3er lugar entre EE.UU. y Yugoslavia, así que entre los dos suman 1). Sólo 24 equipos fueron semifinalistas (cuento a los que se clasificaron del 1º al 4º puestos, ya que en varios mundiales no hubo partidos de semifinal propiamente dichos sino otro sistema). Por lo tanto, la expectativa debería ser que Alemania, Brasil, Italia, Argentina repitan. En el juego, y sobre todo en los resultados, estos equipos han revalidado en este Mundial sus pretensiones.

O sea: sin sorpresas. Ecuador se derritió contra Alemania, si bien es cierto que jugó con varios suplentes y Alemania, obligada a mostrarse ante su público, salió con la formación titular. Ghana cumplió con la cuota africana que últimamente hay en todos los mundiales; tomó la posta de Camerún y Nigeria, aunque en el resultado le ganó a USA por un penal que inventó el árbitro. Aún descontando esta injusticia, USA fracasó de punta a punta y el promocionado Bruce Arena tuvo que seguir dando mil y una explicaciones… Se ganó cierto crédito por plantear bien el partido contra Italia, pero plantear bien un partido ante un grande no alcanza para clasificar. ¿Saben cuántas veces remató al arco USA contra Italia? Ninguna. Cero. ¿Cómo hizo para marcar el gol que les permitió empatar 1 a 1? Fue en contra. No puede pretender clasificar un equipo que no tiene ataque.
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Otro fracaso fue Paraguay, de cuyo supuesto poder ofensivo con Roque Santa Cruz, Haedo Valdez y Núñez, más la alternativa de Pipino Cuevas, se habló mucho. Como de costumbre, Paraguay fue pura defensa, pero sin la mística de las épocas del Chila y Celso Ayala. Su fracaso no fue quedarse afuera en la zona de Inglaterra y Suecia, eso era previsible y a cualquiera le puede pasar(a Argentina le pasó en el Mundial anterior, ejem...). Su fracaso fue que ofensivamente no hizo nada. Otra vez pagó el precio de postergar a Pipino Cuevas. España ganó con autoridad, pero eso no es sorpresa. Sorpresa sería que no tuviera un traspié en octavos o a más tardar en cuartos.

En la discusión de los medios, las boludeces siguen a la orden del día. Escucho que ahora algunos le cuestionan a Riquelme que no está aportando lo suficiente en ofensiva. Y que le quita velocidad al equipo. Yo no entiendo qué quieren de Román, Román juega a eso que ven. Como dijo con agudeza mi amigo Fede, ese “agarrar la pelota y esconderla” “es su principal virtud, por encima de su capacidad de generación en ataque”. Hace unos días Miguel Ángel Russo, que de fútbol sabe, explicó lo importante que es para los volantes de contención y los defensores propios el tiempo que les da Riquelme para reposicionarse al mantener la posesión de pelota. Acepto que me digan que quieren un enganche más “vertical” (como se dice ahora), que no les gusta Román, que propongan una alineación con otros nombres. Eso hacía Bielsa, a quien justamente lo que le cuestionaban era que no ponía a Riquelme laputaqueloparió.

Cuando se arma un equipo hay que pensar básicamente en 4 cosas:

1) que el juego del equipo aproveche al máximo posible lo que los jugadores mejor saben hacer;
2) que, dado (1), sepamos cómo vamos a atacar;
3) que sepamos cómo vamos a evitar/neutralizar los ataques del rival;
4) que sepamos cómo vamos a recuperar la pelota si la tiene el rival.

Las críticas que le piden a Riquelme que juegue de una manera que no es la suya, o que lo cuestionan en abstracto sin responder a esas 4 cuestiones básicas, para mí no tienen ningún valor. Otro caso es el caso Messi. Le reprochan que no rindió a la altura de lo que los propios medios inventaron que iba a rendir. Encima ahora el pibe carga con la presión de todo lo que se habló y se habla de él. En un programa se discutía que, no estando Ronaldinho en su más alto nivel, no se ve en el Mundial una estrella determinante (como lo fueron Pelé en el 70, Maradona en el 86, Cruyff en el 74, Paolo Rossi en el 82). Al Bambino no se le ocurrió nada mejor que decir que Lionel puede serlo si le dan suficientes minutos de juego. Yo no sé que le pasa al Bambino: ¿será un comentario por encargo de los muchos espónsores publicitarios que tiene Messi?

El tiempo es ya un tobogán hacia los octavos, donde espera México. Me juego todo a manos de Argentina.
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lunes, 19 de junio de 2006

Argentina 6 - Serbia y Montenegro 0

por Toto Imperatore
Soy como El Gráfico, salgo con una entrega después de cada partido de Argentina. La fantástica actuación frente a Serbia y Montenegro obliga a ilusionarse. A partir del próximo Mundial Serbia y Montenegro irán separados; entonces ¿se repartirán el 6 a 0, y en la estadística quedaremos 3 a 0 contra Serbia y 3 a 0 contra Montenegro? ¿o Montenegro reclamará el 0 a 0, ya que tenían un solo jugador en el equipo?

Empiezan a disipárseme dudas que a priori tenía sobre el plantel que llevó Pekerman. Me preguntaba si no estaríamos yendo al Mundial 2006 con las estrellas del 2010. Por ejemplo, Messi: ¿no sería demasiado pendejo? ¿no estaríamos pretendiendo mucho de él? ¿teníamos derecho? Dudaba si Saviola estaba al nivel de un Mundial, después de sus últimas temporadas europeas y de haberlo visto en la final de la copa UEFA. Es cierto que había hecho méritos y anotado goles importantes en los partidos que llevaron al Sevilla a esa final, pero en el partido decisivo aportó muy poco. Dudaba sobre Pablito Aimar: todos sabemos que no pasa por su mejor momento. Sobre el propio Riquelme, que venía en un nivel bien alto pero había flaqueado en esa semifinal de la Champions. Sobre el Pato Abbondanzieri, que no había mostrado seguridad atajando para la Selección. Más dudas en el arco si los suplentes son el insípido Franco o el cuasi adolescente Ustari. Más cuando Pekerman desempolvó a jugadores de una actualidad sin brillo, como Burdisso, Cufré, o Scaloni. Más sobre la condición edad-estado físico de Roberto Ayala. Y sobre la de los que venían con lesiones, como Heinze, Mascherano y el mismo Messi (ya en Francia no nos funcionó eso de llevar jugadores “a que se recuperaran” durante el Mundial). ¿Y qué pasaría, toco madera, si necesitáramos reemplazar a Riquelme, Sorín o Mascherano?

Después de lo visto hasta ahora, da para empezar a ilusionarnos. Si miramos lo que han hecho los “candidatos” en los dos partidos iniciales, vemos a un Brasil futbolísticamente ausente, a una Francia en problemas, a una Italia que insinuó algo de fútbol –muy poquito– en el primer partido pero la pasó mal en los dos, a una España… mmhh, hay que esperar hasta mañana para hablar de España. Sin mostrar gran cosa, Alemania ha sido probablemente la más convincente. Si Brasil no juega bien pero igual se va a clasificar, entonces prefiero que gane sus partidos, así se confían y se piensan que con esto les alcanza. Un empate, en cambio, los puede hacer reaccionar. Brasil y Alemania van a ser difíciles en la etapa de eliminación directa. Italia también es jodida, pero se le puede dar toque. A los demás no les tengo miedo.

Lo de Argentina fue grandioso, pero tampoco me voy a subir a la moto.  El partido hay que mirarlo hasta la expulsión de Kezman, después 0-3 y con uno menos Serbia y Montenegro jugó para que Argentina se luciera. Algunos lamentan que las buenas actuaciones de Saviola posterguen las aspiraciones de Tévez. Yo no lo lamento, porque sé que el Conejo en un nivel alto es un jugador como hay pocos en el mundo. Si eso lo deja afuera a Carlitos Tévez, bueno, es un “colateral” como dicen los yanquis: subproducto no deseado de un producto principal muy valioso. La verdad, no esperaba que Saviola alcanzara este nivel en este momento de su carrera, pero bienvenido sea. Lo siento por los que tienden a armar el equipo por cuestiones de simpatía. Claro, Carlitos es un chico simpático. Es muy popular porque genera identificación en los sectores sociales más bajos y porque además goza del cariño de la clase media. Cómo no vamos a quererlo, si ayuda a la clase media (nos ayuda) a apartar el sentimiento inconsciente de culpa por pertenecer a la parte emergente de una sociedad atravesada por la exclusión. Los Carlitos Tévez se criaban en las villas o en los monoblocks mientras nosotros, la cada vez más reducida clase media, derrochábamos a paridad uno a uno y aplaudíamos el desguace del previamente saqueado estado de bienestar que, al menos en teoría, debió haberlos protegido. Y encima el pibe crece, se hace jugador de fútbol, nos da alegrías y no nos echa nada en cara... en vez de llorar desborda alegría, en vez de resentido es un optimista a toda prueba. Cómo no vamos a querer a este villerito (monobloquerito) que supo crecer honrado, cumbiambero, simpático y buen pibe. La figura del villero bueno es muy cómoda porque da pie al argumento de que es el individuo el que gobierna las circunstancias, y permite desechar la idea –tanto más perturbadora porque entonces habría que hacer algo al respecto– de que son las circunstancias las que condicionan al individuo. El ídolo villero nos sirve para demostrar lo tolerantes que somos: no condenamos a nadie por su condición social ("no ves que nos gusta Carlitos Tévez, que se crió en Fuerte Apache"), a quienes condenamos es a los borrachos, drogones, choros o delincuentes que hay en la villa, que desde el prejuicio pensamos que son la mayoría pero, ojo, no son todos. Si no mirá, ahí lo tenés a Carlitos.
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Carlitos entró ansioso y se equivocó bastante hasta que su propio gol lo tranquilizó. Mi amigo Alejandro me dijo que ese gol fue “más argentino” que el segundo. Será por el caño, será por el recurso de defensor (doblemente valorable cuando lo utiliza un delantero) de dejar que el rival controle la pelota perdida y anticipar el lado por el que va a salir para trabar y ganarla de nuevo. Será por la definición perfecta. A mí, sin embargo, me parece que lo más argentino es ese toque casi abusivo, petulante, levemente sobrador del segundo gol. Eso es marca registrada, idiosincrasia. Puede que a las generaciones de la época de Maradona en adelante las deslumbre más la destreza individual, que también es rasgo distintivo del fútbol argentino, pero históricamente “la nuestra” es el toque. Es la combinación de las dos cosas: el toque asociado, y la gambeta (el "dribbling", como también se decía en mi época); pero el toque es fundamental. La vocación por el toque que hace que en un equipo argentino, cuando uno recibe la pelota, los demás se le acerquen, le ofrezcan opciones para el pase en corta o media distancia, mientras que en un equipo europeo se le alejan, le pican para que tire el pelotazo largo. Viene bárbaro que Tévez y Messi hayan entrado, porque así están bien afiladitos. En un Mundial se necesita recambio (cualquiera puede jugar), y Argentina lo tiene de primer nivel.

El partido hay que dividirlo en dos: desde el 1 a 0 hasta la expulsión de Kezman, y de ahí en adelante. Hubo un tramo antes del 1 a 0 que por definición debió ser distinto, pero duró sólo 5 minutos y no se puede analizar. Hasta la expulsión de Kezman, Argentina hizo casi todo bien. El equipo tuvo respuestas para cada uno de los puntos flacos que había mostrado en el debut. Mérito de los jugadores, y sin duda del cuerpo técnico. Maxi Rodríguez, volcado a la izquierda, levantó a alturas insospechadas. Cambiasso volcado a la derecha fue otro bien distinto al del primer partido. Al ayudarlo sus compañeros, en vez de comprometerlo, Burdisso jugó bien. Argentina la jugó en el medio, y cómo, con Riquelme como eje del toque. Saviola funciona a la perfección con Crespo y también con Riquelme. Abbondanzieri, con poco trabajo, respondió con total seguridad cuando fue requerido. Ayala normal. Sorín, Mascherano, Heinze. Todo bárbaro. La expulsión de Kezman fue una consecuencia de la impotencia y la decepción, en definitiva del juego de Argentina.

Después de la expulsión sí, con el el partido bajo control, era el momento para que Tévez se mostrara, para que Messi debutara sin presiones, para que Argentina se floreara. Para que los chiquititos desairaran a los lungos. Si no hubiera habido límite de cambios, era el momento para que entraran todos. Podría haber entrado Palacio para revertir, en condiciones no tan amedrentadoras, la pobre imagen de su debut. Podría haber entrado Cruz para debutar y estar listo para cuando se lo necesite. Daba para todo, el partido. Y, ya que estamos alardeando, hasta podríamos haber hecho desfilar imaginariamente a los argentinos que juegan este Mundial con otras nacionalidades y otras camisetas, pero que también son nuestros: Pernía, Camoranesi, Franco, el Toro Acuña, Trezeguet (nacido en Francia y formado en Platense), y uno o dos que juegan para USA cuyos nombres no me acuerdo... La cantera del fútbol argentino es inagotable.

El triunfo de la primera fecha ante Costa de Marfil se revaloriza. Yo les dije que recién íbamos a saber cuanto valía realmente cuando viéramos a los marfileños jugar contra Holanda. En geodesia, el teodolito necesita un tercer punto de referencia para medir; en fútbol es parecido. Y a Holanda los de Drogba le hicieron fuerza. Pekerman y el cuerpo técnico renovaron su crédito. Lo que no puede ser es que no solucionen el tema de los tapones, que ya costó la lesión de Lucho González. La mística está en marcha, con Diego en el palco. Y con el Pato Fillol chamuyándolo al Pato Abbondanzieri. ¿Lo vieron, en la previa, entrenar en la cancha a los arqueros, con pantaloncito corto y guantes, y salir de la cancha abrazado con Abbondanzieri y con Franco, con el pibe Ustari –que no debe poder creer lo que está viviendo– siguiéndolos pegadito?

Bueno, es lindo quedarse un poco más en la nube, pero en algún momento hay que bajar a tierra y recuperar la cautela. Viene Holanda. Va a ser una prueba más. Un equipo con mejor balance fuerza-velocidad que Serbia y Montenegro. Acaso tan exigentes físicamente como los marfileños. Y probablemente con más futbol. ¿Podrá Argentina armar su toque contra ellos? Viendo Francia-Corea, me pareció que la cancha de Leipzig, donde se jugará el partido, era corta, y eso me preocupó un poco. En fin, ¡aguante Argentina!
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martes, 13 de junio de 2006

Argentina 2 - Costa de Marfil 1

por Toto Imperatore
Me cansé de escuchar boludeces sobre la selección argentina y el partido del sábado pasado, copiosamente intercaladas entre otras tantas boludeces sobre el resto del mundial y la primacía de Nadal sobre Federer, así que me decidí a redactar mi propia boludez. De entre las pocos cosas inteligentes que escuché extraigo este comentario de Miguel Angel Russo: "si Pekerman arma ese cuadrado con Mascherano, Cambiasso, Riquelme y Maxi Rodríguez es porque apuesta a tener la pelota".

El análisis de Russo me pareció una buena lectura de las intenciones de Pekerman. Si realmente ésas eran, el desarrollo del partido las defraudó. Argentina nunca alcanzó a jugar la pelota en el medio. Cuando llegó a posiciones ofensivas y generó jugadas de ataque, fue mayormente con pelotazos frontales para Crespo y Saviola. La inclusión de estos dos en el equipo titular pareció más justificada entonces que nunca: de todos los posibles delanteros y volantes ofensivos que Pekerman llevó a Alemania, ellos son los que más oficio tienen para recibir pelotazos de espaldas al arco rival, bajarlos y convertirlos en pelotas jugables. El oficio del punta europeo. A Crespo, además del oficio, lo ayuda el físico; a Saviola no, pero se las ingenia. Cuando se juega así, los puntas fuerzan a sus marcadores a quedarse abajo, y entonces se genera un espacio delante de los puntas (sería detrás de ellos, pero pasa a ser delante porque están mirando a su propio arco) en el que los volantes que vienen de frente pueden jugar la pelota. Salvo alguna mandada de Sorín, Argentina siempre pasó la mitad de la cancha por arriba, al estilo inglés.

Cuando quiso pasarla jugando por abajo, perdió la pelota, sea porque los marfileños enseguida encimaban para dividirla (y ganarla), o porque se erraban los pases. Así, de pérdidas del balón, se generaron los ataques más peligrosos de Costa de Marfil. Aquí veo la primera luz de peligro: los jugadores argentinos están un segundo más lentos y un par de metros menos precisos de lo que requiere el fútbol de alta competencia. Y también menos fuertes y potentes para la disputa física, y acaso también menos decididos. Ahora, ¿sería que estos chicos no se habían dado cuenta de que estaban en un Mundial, y de que un Mundial exige bordear los límites de las posibilidades de cada uno? ¿O será una brecha que estos jugadores (por dotación genética, por preparación física) no pueden superar?

Se ha oído hasta el cansancio que Costa de Marfil es un equipo físicamente muy exigente. Lo es, pero en todo caso no más que Alemania y Holanda, equipos que siempre plantean un nivel de exigencia física extrema, que Checoslovaquia, y hasta que Ecuador. A un par de ellos habrá que vencer para progresar en esta copa. El fracaso argentino para jugar la pelota en el medio quedó evidenciado con los cambios: ni el promocionado Palacio ni Lucho González modificaron el panorama. Con Lucho, Pekerman habrá pensado que ponía a un jugador más versátil en recuperación y creación (el desarrollo de esa capacidad en él es mérito de Bielsa) pero tampoco le funcionó.

Escucho que se critica a Mascherano, y sin embargo fue el único que recuperó con varios quites de su sello, sobre todo en el primer tiempo, aunque también se plegó a la epidemia de pelotas perdidas y generó su propio contraataque marfileño en el segundo tiempo. El desastre, para mí, fue Cambiasso. No hizo nada ni en generación de juego ni en contención. Burdisso perdió todo el tiempo, pero no se le puede cargar la responsabilidad cuando sus compañeros se la daban a los rivales para que lo pasaran como a poste. El déficit de velocidad-precisión hacía que los argentinos siempre jugaran la pelota exigidos por los marfileños, y se equivocaran. Al ratito de empezar el partido, Sorín quiso progresar por la izquierda, enseguida quedó 1 contra 2, lo apretaron contra la línea y se la sacaron. A Riquelme en otras ocasiones le pasó lo mismo. Los demás no se movían con la suficiente velocidad como para ofrecer opciones al que tenía la pelota, y casi lo obligaban a la gambeta.
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Por suerte Ayala, a quien yo hubiera desahuciado por viejo, demostró estar en excelente estado. Argentina pegó y se cargó de amarillas. Heinze jugó bastante bien, pero cometió faltas que contra Alemania, Italia o Brasil hubieran provocado la sanción de penales. Abbondanzieri empezó metiendo miedo: un rechazo con los puños al medio, una pelota pasada que él tardó un siglo en ir a atrapar por su izquierda cuando ya casi aparecía un marfileño que no pasaba por ahí pero como el Pato no iba la fue a buscar. Fueron fallas que se disimularon porque por suerte no tuvieron consecuencias. Después se afirmó hasta convertirse en figura. Otro síntoma: cuando un argentino llevaba la pelota, casi siempre quedaba 1-2. En cambio, cuando un marfileño llevaba la pelota, casi siempre quedaba 1-1 con el argentino que lo presionaba. Argentina no podía conseguir superioridad numérica en el pressing... de hecho no hacía pressing. Tal es el desborde físico de los marfileños que no se la pasan al pie, muerta, sino que se tiran misiles, así que cuando la paran les rebota como 2 metros... yo pensé “acá la recuperamos fácil”, pero sin embargo ningún argentino llegaba a tiempo para aprovechar esa falta de control de los rivales.

Cuando Pekerman metió los cambios, tiró el equipo para atrás: al desaparecer los puntas (cambió a Crespo, un punta, por un media punta; y a Saviola, un media-punta, por un volante), entonces los marfileños se pudieron venir por la franja central y Argentina pasó zozobra. El cambio Aimar por Riquelme sigue siendo incomprensible para mí, está bien que se terminaba el partido y probablemente no tuvo otro objetivo que hacer tiempo, pero sigue siendo extraño que hagan ese cambio. Hoy por hoy, Aimar probablemente no pueda jugar si no está Riquelme (u otro de sus características, si lo hay) en la cancha. Cuándo van a entender que Riquelme es enganche o volante de creación, como quieran llamarlo (y es defensor con la pelota, cuando puede conservarla), Aimar es media punta o a lo sumo enganche-media punta, igual que Palacio, pero no enganche 100%. Y Aimar no retiene la pelota. Saviola, Tévez y Messi son medias puntas, Crespo y Cruz son punta-punta, Maxi Rodríguez es volante con llegada pero no es ni enganche, ni media punta, ni punta. Con estas piezas Pekerman tiene que armar el rompecabezas, pero no cualquiera es intercambiable por cualquiera.

Otro tema de preocupación es, entonces, que Riquelme no parece tener reemplazo a menos que Pekerman invente un esquema sin Riquelme, quizás un ensamble de jugadores con otras características. Yo ese esquema no alcanzo a adivinarlo. Algo parecido le pasa con Mascherano, obviamente el Cuchu está en otra y no veo quién recupera en Argentina si Masche falta. Puede intentar algo con Scaloni por derecha, Maxi Rodríguez algo más atrasado por el medio, qué se yo. Battaglia hubiera venido bien ahí, si es que destacarse en el medio local alcanza... pero no lo trajo. En fin, el triunfo viene bárbaro, pero el partido dejó una bocha de preocupaciones. Habrá que esperar a Serbia y Montenegro, el equipo más alto del mundial, para enfrentarlo con el tercer equipo más petiso y ver qué pasa.

Vi el partido en Chile, en el bar Publicity de Santiago. Éramos unos cuantos argentinos que deliramos con el gol de Crespo y luego cuando Román la puso "en cortada" (así se decía en mi época) para el pique en diagonal del Conejito. El gol de Costa de Marfil lo gritaron en un sector en que había predominio claro de chilenos, cosa que no me gustó, así que cuando Maxi Rodríguez hizo el tercero se los grité en la cara y se lo dediqué fraternalmente "para todos los africanos". Claro, después me di cuenta que lo habían anulado. Corrí el riesgo de que, también fraternalmente, me dijeran que nosotros somos más africanos que ellos, pero yo no tengo problema con eso: tenemos la corrupción de Nigeria, la desocupación del Congo, el default de Uganda, pero en fútbol, como dice Julio Grondona, somos del primer mundo, y eso es lo que a otros les cuesta aceptar.

Esto lo escribí para un grupo de argentinos desperdigados por el país y por el mundo. Los que están lejos de Argentina, ¿cuánto hubieran pagado por recibir la revista Olé? ¿Y cuánto me pagarán por este comentario? Un gran abrazo para todos, y aguante Argentina!
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