martes, 29 de junio de 2010

Pronóstico abierto

por Andrés Garofalo desde Italia
Yo también estoy bastante preocupado. Porque a pesar del gol inglés negado (¿qué habría pasado si se hubieran puesto 2-2?... no lo sabremos nunca) vi de nuevo un gran equipo alemán. Creo que es la mejor Alemania desde el 1974. Ha completado el cambio generacional y formado un equipo de "no alemanes" con solidez germánica, una técnica casi sudamericana y un ataque contundente en velocidad.

Y la Argentina, a pesar del resultado positivo, dio medio pasito para atrás.

En Italia una actuación así la consideran positivamente una victoria del cinismo futbolero. De estas mentiras los que vivimos por estos pagos estamos cansados y es también por estas cosas que saludamos la eliminación prematura de la escuadra italiana esperando que sea la ocasión para empezar de nuevo. Pero en este momento la decadencia Azzurra es la imagen del país y también los dirigentes como los polìticos tienen una gran capacidad para el reciclo.

Volviendo a Dieguito & Cia, el partido se puede ganar; lo veo abierto a cualquier resultado. Sólo que no se podrá equivocar en nada, tendrá que hacer el partido perfecto. Mi miedo principal es la defensa, con un Demichelis que sin dudas no está a la altura de las circunstancias, parece como si la cosa le quedara grande. Me inclino por una linea de 4 con Burdisso-Samuel centrales.

Un aspecto positivo es que adelante crean siempre mucho, pero para ganar será necesaria mucha personalidad y una gran atenciòn al contragolpe. Ya lo dijo alguien y estoy totalmente de acuerdo que un eventual ingreso en el equipo de Pastore sería importante. Para tener de este modo más la pelota y ofrecer a Messi una oportunidad constante de diálogo.

Siempre pensé que la Argentina tiene que estar entre los mejores ocho y esto está cumplido; pasar a cuartos es como eximirse. Ahora viene lo mas difícil y esperemos que se pueda dar otro pasito más. Porque creo que eliminando a Alemania se debería adquirir definitivamente la fuerza de equipo para afrontar las próximas batallas.

Si así no fuera, pasada la desilusión, se podrá ver el futuro con confianza ya que hay tantos jóvenes como para armar algo todavía mejor.

Volver al sitio de El Transbordador.

lunes, 28 de junio de 2010

3-1, alegrías y dilemas

por Toto Imperatore
A menos que uno sea imparcial, conviene volver a ver los partidos ya con el resultado puesto, para tener una medida más reflexiva de lo que realmente pasó. México arrancó mejor que Argentina, pero Argentina también propuso. Eso sí, Mèxico tuvo las más claras al comienzo (Salcido desde lejos en el travesaño, remates de Hernández y Guardado junto a los postes). Argentina obligaba al fondo rival a esforzarse, pero no llegaba con igual nitidez. A falta de un volante de creación definido, Messi debía partir desde el círculo central o incluso desde más atrás, y los mexicanos lo venían a encimar aun en campo argentino. La rotación de los de arriba se trababa porque México se multiplicaba: apretaba a Di Maria y Maxi contra sus rayas con pressing frontal y lateral, en tanto trataba de aprisionar a Higuain, Messi y Tévez en sus carriles. Carlitos fue quien más los inquietó, porque en la lucha se mueve como pez en el agua, crea confusión pero en cuanto consigue desprenderse es vivo, rápido y agresivo. De vuelta de los ataques argentinos, México disponía de una zona en el medio campo para distribuir la pelota y generar su propia ofensiva.

A los 26 minutos el partido se había emparejado. Burdisso salió hasta la línea de mitad de cancha, esa zona neutral donde Rafa Márquez y Torrado manejaban los hilos de su equipo, para ganar de cabeza una pelota aérea mexicana. Inmediatamente Messi la profundizó para Tévez y obligó al Conejo Pérez a jugarse a los pies de éste; el propio Messi tomó el rebote y lo levantó hacia el arco, y Carlitos la peinó al gol. Después vimos que Tévez estaba netamente en offside, disimulado en parte porque casi en el acto los dos defensores que regresaban lo sobrepasaron. Pero al línea no debió habérsele escapado. Lo importante es saber que la jugada que rompió el planteo mexicano no fue la concreción de Tévez, en este caso en posición no válida, sino el anticipo de Burdisso, mezcla de rechazo y de bajada frontal de cabeza hacia los pies de Messi. Esa acción simplificó a dos pases un progreso ofensivo que a Argentina le estaba costando por otras vías, debido al trabajo de obstrucción del rival. Estas simplificaciones son esenciales en el fútbol, y hay que saber usarlas: no es para meter miedo, pero el próximo rival de Argentina, Alemania, lo hace con frecuencia y muy bien.

Con México alterado por el error arbitral, Argentina fue más hasta el final de la etapa. A los 33, Osorio controló mal una pelota que los aztecas movían en el fondo, e Higuain se la llevó en el borde del área para convertir con una definición bárbara: pisada para atraerla hacia sí entre el arquero y el defensor que lo perseguía, gambeta corta al arquero y toque al gol. A los 42 un centro aéreo de Otamendi desde la derecha cruzó velozmente el área e Higuain la desvió afuera de cabeza junto al palo opuesto.

México se serenó en el descanso y otra vez se plantó mejor al comienzo del segundo tiempo, pero Argentina no tardó en asestarle el tercer golpe. A los 7 minutos, un pase de Tévez a Di Maria rebotó en los defensores mexicanos y volvió al propio Carlos, quien desplazó el balón hacia su derecha para hacerse espacio y, sin aviso, sacó un cañonazo desde afuera del área al ángulo izquierdo del arquero. Por el remate, golazo. Sin embargo se trató de una maniobra ofensiva aislada de Argentina. En ese tramo del encuentro México dispuso de la pelota y atacó con distinta suerte. Su peligrosidad fue creciendo con el correr de los minutos y para Maradona era imprescindible probar algún cambio. Postergó la decisión hasta los 24 minutos, cuando sustituyó a Tévez por Verón.

El dilema de Diego era: poner defensores y volantes de contención para fortalecerse atrás y en el medio y aguantar el resultado, suficientemente holgado, o poner volantes de manejo para procurar tener la pelota. Para la primera opción, los defensores que tenía en el banco eran redundantes con los que estaban en cancha. Y volantes de contención puros no trajo, quienes pueden hacer ese trabajo tienen un componente ofensivo importante, tanto los que estaban en cancha como los posibles reemplazantes. Fiel a sus convicciones, Diego tomó la segunda opción: tener la pelota. Para eso contaba en primer lugar con Verón y en segundo lugar con Pastore. Los candidatos a salir eran Di Maria, Maxi e Higuain, pero los dos volantes laterales estaban ayudando en la defensa de sus respectivas franjas, que México usó intensamente con Salcido, Guardado (salió cuando ingresó Franco) y después Barrera por izquierda y con Dos Santos y Juárez por derecha. Pero al entrar Verón no debió salir Tévez: Argentina extrañó a su hombre más gravitante arriba y, a pesar del intento, no ganó en posesión de pelota. México se le siguió viniendo, forzó despejes angustiosos de los defensores argentinos, y marcó el descuento. Tampoco modificó mucho, a partir de los 34, el cambio de Jonás por Di Maria. Por último Pastore jugó apenas 6 minutos, con descuento incluido, en reemplazo de Maxi. Por entonces México denotaba el desgaste y ya no amenazaba. En tiempo de descuento, apareció Messi para terminar una sucesión de gambetas de su sello con un remate que el arquero Pérez sacó por sobre el travesaño. De los cuatro partidos que lleva en el Mundial, fue éste en el que Messi menos gravitó. Hay que reconocer que su rendimiento es inversamente proporcional a la longitud del recorrido que debe hacer hasta llegar a zona de definición.

Más allá del resultado, el desempeño argentino reinstaló algunas dudas. Por primera vez en el mundial, un rival consiguió desarmar la peligrosidad de los delanteros argentinos durante buena parte del encuentro. Es cierto que no los anuló totalmente. El peligro estuvo latente y tanto los goles como otras ocasiones que provocó Argentina son prueba de contundencia. También es cierto que a México le costó un esfuerzo extraordinario, y que por momentos apeló a las faltas reiteradas sobre Messi como recurso, para lo cual contó con la tolerancia del árbirtro. En el total del partido, Argentina superó a México en posesión de pelota, pero México remató más veces al arco. Reaparecieron los indicios de que algo no termina de funcionar en el medio argentino, y no está claro que Diego tenga las respuestas necesarias dentro del plantel.

Frente a Alemania, Argentina rendirá un examen durísimo. Estará puesta a prueba la reacción de sus defensores ante un equipo que pasa de defensa a ataque con increible velocidad. Las fallas que de tanto en tanto comete Demichelis, y que hasta ahora han tenido consecuencias sólo frente a Surcorea, pueden ser de alto riesgo ante la efectividad de Klose y Podolski, los delanteros históricos alemanes, y el criterio oportunista del juvenil Müller. Estará en juego la capacidad de Argentina para tener la pelota, y para recuperarla ante un rival al que, en una aparente mutación de la idiosincracia germana, también le gusta circularla en zona segura. Los huecos en el medio argentino pueden ser peligrosamente aprovechados por el talentoso turquito Özil y el potente Schweinsteiger. No pierdo el optimismo, porque sigo creyendo en el principal argumento de Argentina, su poder ofensivo, y porque tengo la ilusión de que Diego y sus colaboradores encuentren respuestas a las incertidumbres que aún se mantienen. Pero no puedo negar que algo precupado estoy.

miércoles, 23 de junio de 2010

Pálpitos a 1/2 camino

Argentina ganó su zona (el grupo B) con puntaje perfecto, algo que a esta altura sólo Brasil, Holanda y Chile podrían empardar. Pero eso no significa nada: no da ningún título para el próximo partido que es a cara o cruz. Intuyo que, en términos futbolísticos, Argentina es claramente más que México, su rival en octavos. Es óptimo que Argentina haya sido capaz de resolver el partido contra Grecia, por si acaso a México se le ocurre un planteo similar. Sin embargo este México viene demostrando una mayor intención ofensiva, aunque sospecho que en el balance es decididamente menos que el de Lavolpe del 2006. No es un tan duro, es más vulnerable que aquél. Quiero creer que Argentina es más que la de entonces.

Aparte de Argentina, son precisamente Brasil y Holanda lo mejor que se vio hasta ahora en el torneo: no brillaron pero fueron categóricos. Sobre todo Brasil, un equipo que da la impresión de tener argumentos para resolver cualquier partido. Por su parte, Uruguay es un equipo equilibrado, juega a la uruguaya, a tener la pelota sin prisa, a raspar cuando hace falta para que el rival no crezca, tiene personalidad y, adelante, tiene a Cavani para acertar con jugadas y asistencias que Forlan o Suárez transformen en gol. Ganó con autoridad el grupo A y va contra Corea del Sur en octavos.

Los demás aparecen muy mezclados en la tabla de merecimientos, cuando los restantes grupos aún deben completar la última fecha. A Estados Unidos, despojado ante Eslovenia de un gol que le hubiera dado el triunfo, se lo ve en evolución. Tiene la chance de clasificarse si vence a Argelia, el rival más débil del grupo C, mientras que Inglaterra y Eslovenia prácticamente deben eliminarse entre sí (el empate favorecería a los eslovenos). Los ingleses no pueden lograr que sus estrellas Rooney, Lampard y Gerard se asocien provechosamente; ganar ahora es la prueba de suficiencia que se les exige para dar algún fundamento a sus pretensiones en esta Copa.  De las escuadras africanas, Ghana es la que mejor anduvo y por ahora lidera el grupo D, pero se enfrentará con Alemania que necesita imperiosamente el triunfo tras haber causado sensación en el debut y caído más tarde, sin defraudar, ante Serbia (otra que también necesita ganar). Japón y Dinamarca se enfrentan para ver quién acompaña a Holanda, clasificada en el grupo E. El Paraguay del Tata Martino exhibe un proyecto serio y, con su empate ante Italia y su buen triunfo ante Eslovaquia, lidera el grupo F, en el cual nada está definido e Italia sufre. Los tanos insinuaron algunas buenas intenciones frente a los guaraníes, pero contra Nueva Zelanda desnudaron su orfandad de fúbol y su carencia de jugadores capaces de resolver un partido.

Portugal es el candidato para acompañar a los brasileños aun cuando pierda con ellos en la última fecha del grupo G, porque tiene a su favor la goleada que le zampó a Corea del Norte (7-0). Los asiáticos no fueron medida; sin embargo son los mismos que cayeron ante Brasil por un solo gol de diferencia. Contra los lusos, Norcorea se derrumbó cuando empezaron a lloverle los goles. Chile es otro proyecto sólido, ganó merecidamente los dos partidos que jugó hasta ahora en el grupo H pero apenas marcó dos goles, por lo que una eventual derrota frente a España lo pondría en riesgo de que no sólo los ibéricos sino también los suizos lo desplacen, si éstos derrotan a la débil Honduras. El fantasma de la eliminación en primera ronda vuelve a acechar a Bielsa. España generó más fútbol y ocasiones de gol que lo que sugiere su cosecha de 3 puntos y 2 goles en 2 partidos; tiene la oportunidad de rehabilitarse frente a Chile. Suiza hizo ante España y Chile lo que Grecia frente a Argentina, con apenas un poquito más de pretensiones, en un caso le fue bien y en otro mal, pero llega a la definición del grupo con chances.

Dio pena depedir a Sudáfrica, porque son los locales y es la primera vez que el país organizador de un mundial no llega a octavos, porque la historia y la bonhomía de su pueblo despiertan simpatía y porque, la verdad, tuvieron oportunidades frente a México en el empate inaugural y ayer superaron a Francia con nitidez. Su condena fue haber perdido con Uruguay por tres goles, mérito absoluto de la celeste.

En el plano individual, Messi sobresale como el único jugador absolutamente determinante que hay en el torneo. Por ahora no se ve quién pueda hacerle sombra. Kaká fue mucho más en el partido de Brasil contra los marfileños que antes contra Norcorea, pero se ve que no está totalmente recuperado y se perderá el próximo encuentro tras una expulsión absurdamente injusta. Cristiano Ronaldo estuvo egoísta y quisquilloso y no aportó mucho hasta que Portugal se puso 3-0 contra Corea del Norte. Recién ahí apareció con asistencias certeras y completó una buena actuación con un gol que no festejó mucho, tal vez porque no le pareció suficientemetne vistoso. El resto son buenas actuaciones aisladas: Meireles en Portugal, Villa en España y, bueno, algunos brasileños como Maicon, Elano y Robinho.
Volver al sitio de El Transbordador.

2-0 y a octavos

por Toto Imperatore
Me gustó la versión de Argentina que le ganó 2-0 a Grecia. Es más clásica que la de los partidos anteriores, pero le faltó arriba el vértigo desenfrenado de Messi-Tévez-Higuain. Claro, también hay que ver cómo le jugó Grecia: fue el más defensivo de los rivales que Argentina tuvo hasta ahora, más que Surcorea (lo cual ya es mucho decir) y mucho más que Nigeria. Dejó arriba únicamente al meritorio Samaras, un grandote que a pesar de su soledad supo arrimarle algunas preocupaciones a la zaga argentina.

El planteo griego provocó que el equipo argentino se concentrara en 30 metros de terreno: los defensores se adelantaban ante la ausencia de rivales y los delanteros Messi-Agüero-Milito retrocedían para salir del amontonamiento del fondo contrario. Se hizo difícil penetrar. Diego se preocupó de que el equipo se mantuviera ancho para intentar por las bandas. La proyección de Clemente Rodríguez fue su carta por la izquierda (funcionó el tándem con Di María cuando éste entró por Maxi a los 18 del complemento), mientras que por la derecha Otamendi progresaba hasta el mediocampo y adelante Maxi y por momentos Messi explotaban esa franja. Verón jugó un gran partido y, por si a alguien le quedaban dudas, demostró para qué sirve un volante de sus características. La pelota pasó por él; sus pases incisivos tanto por derecha como por izquierda fueron la primera instancia de acelereción en ataque. Las ocasiones de gol se espaciaron más que en los encuentros anteriores. Agüero de arranque, Verón y Messi en la media distancia y Maxi aportaron las suyas y obligaron a destacadas intervenciones del arquero Tzorbas. Agüero mostró peligrosidad al principio, con el correr de los minutos se le fue complicando. Milito chocó bastante, él necesita más espacios para moverse que los chiquititos habilidosos.

El partido se definió en el segundo tiempo. De entrada, un resbalón de Demichelis dejó a Samaras uno a uno con Burdisso y el remate cruzado del griego se fue por poco. Pero Argentina controlaba la pelota y seguía generando ocasiones, aunque fueran de tanto en tanto. A la media hora, Maradona buscó más creación en el medio con Pastore en lugar de Agüero. A los 32 llegó el gol, por corner de Verón que Demichelis remató dos veces, primero de cabeza y después con el pie tras rebote en Milito. El zaguero del Bayern se reivindicó; dio prueba, como en otros partidos lo hicieron Heinze, Samuel y Burdisso, de que los defensores argentinos no van al área contraria a pasear. Después Argentina le puso toque, y Messi terminó un par de jugadas electrizantes suyas con sendos remates potentes: uno dio en un poste y el otro, rechazado con esfuerzo por el arquero, fue definido categóricamente por el legendario Palermo (entró por Milito a los 35 del segundo tiempo).
Volver al sitio de El Transbordador.

En general todos anduvieron bien, y justificaron la confianza de Diego. Otamendi, Bolatti y Pastore mostraron su joven madurez. Pertenecen a esa nueva generación de jugadores argentinos que, sin haber pasado por las selecciones juveniles, evolucionaron tempranamente al ser promovidos a primera en el medio local. Clemente es firme, veloz y punzante. La presencia de Palermo insinuó todo lo que puede exigir por arriba un 9 de sus características. Messi, que toda su vida fue media punta definido, está creciendo en una función de enganche-media punta en la que antes se desdibujaba; el gol ya le llegará. Todos ellos le ofrecen a Diego un amplio menú de variantes de cual el DT podrá elegir su fórmula partido a partido.

Como dije en una nota anterior, Diego es un presentista absoluto y le gusta decidir en el momento. El hecho de pensar (y vivir) de esa manera tiene desventajas por el lado del aprendizaje y otros procesos grupales acumulativos. Pero también tiene sus ventajas: le permite pensar cada partido, e incluso los cambios dentro del partido, sin preconcepto alguno. A pura intuición, y también según la percepción de lo que está pasando en el partido. Ojo, no estoy haciendo una defensa a ultranza de la improvisación. Tampoco estoy insinuando que el cuerpo técnico Maradona-Mancuso-Enrique no trabaja. Preparar cosas de antemano está bien, es indispensable. Debo reconocer que si yo estuviera en el lugar de Maradona trataría obsesivamente de anticipar las situaciones que podrían presentarse, tantas como alcanzara a imaginarme, y de buscarles respuesta. Pero eso tampoco te da garantías. Si la preparación minuciosa fuera la solución, estaríamos perdidos: los Mundiales los ganarían siempre los alemanes. El postulado de Maradona es que todavía queda lugar para la repentización, la inspiración y la creatividad, y el fútbol se lo agradece.

El otro gran principio de Maradona es que los jugadores te dan las ventajas diferenciadoras en función de las cuales se arma después el equipo. Supongamos que en el potrero ganás el paniqueso y tenés a todos los jugadores del mundo para elegir, ¿con quien te quedarías primero? Un año y medio atrás yo hubiera seguido el consejo de mi hijo y hubiera elegido a Xavi, aun a riesgo de que el contrincante eligiera a Messi y yo tuviera que buscarme otro delantero. Hoy, en cambio, al primero que elegiría sería a Messi, y pensaría bueno, que el otro se lleve a Xavi y yo me buscaré el segundo mejor para la función de éste, porque el que realmente hace la diferencia es Messi. Eso ha hecho Maradona: él no tenía a todos los jugadores del mundo para elegir sino a los argentinos, y se quedó primero con los que hacen la diferencia. Recién entonces se puso a pensar en el sistema. De última, si a cada paso que das en un Mundial te podés caer, caigamos libres apostando a la fantasía y no prisioneros de cálculos restricitivos.
Volver al sitio de El Transbordador.

domingo, 20 de junio de 2010

Liderazgo participativo

por Toto Imperatore
Acostumbrados a que nos muestren a Maradona como un bocón desaforado que ni se calla nada ni repara en la forma en que dice lo que dice, capaz que el primer calificativo que nos viene a la cabeza es "arrogante". Sin embargo, como entrenador, Diego es humilde. Lo demostró al finalizar las eliminatorias, cuando agradeció a sus jugadores el haberlo revalidado como técnico. Diego sigue sintiéndose jugador, de manera que la identificación con sus dirigidos es absoluta. Su mensaje a Messi es que quiere ser superado por él. Escucha a todos sus hombres, a sus colaboradores del cuerpo técnico y a los miembros de su plantel, y es capaz de asimilar los aportes que recibe de ellos. Debate con Mancuso y Enrique; los tres piensan colectivamente las decisiones. No se avergüenza de hacer suya la propuesta de otro. Habla con sus jugadores y éstos hablan con él. El diálogo con Verón es frecuente durante el partido, sea que el volante de Estudiantes esté en la cancha o en el banco. Maradona se refiere a los entrenamientos como a instancias de elaboración colectiva: dice "lo hablamos", "lo vimos", "lo preparamos" en lugar de "les dije", "les expliqué" o "les hice practicar".

Diego delega en sus jugadores decisiones que hacen a la resolución concreta. Al armar el plantel priorizó en los defensores la experiencia por sobre la juventud y la velocidad. Heinze, Samuel, Demichelis, Burdisso cuando le toca entrar, deliberan y toman decisiones en la cancha. En esos cónclaves en el terreno tiene participación destacada Mascherano, quien además habla permanentemente durante el juego y se comunica con los compañeros a sus espaldas y a su frente para ordenarlos. En las jugadas con pelota detenida también hay rápidos intercambios en los que se escoge qué hacer. Deliberación no quiere decir dilación ni dudas. Hay entre todos ellos sólidas relaciones de respeto mutuo que hacen que esos procesos converjan rápidamente hacia decisiones útiles.

Maradona ha inaugurado un estilo de conducción que se aparta de la modalidad de método y obediencia de la mayoría de los entrenadores. Un liderazgo participativo. No sólo parece resultar efectivo, sino que que a Diego se lo ve feliz así, y a los jugadores también. ¿Cuánto vale la felicidad?
Volver al sitio de El Transbordador.

4-1 y cerquita

por Toto Imperatore
Cuando las cosas salen bien, los comentarios sobran. Argentina goleó a Corea del Sur 4-1. Fue convincente frente al rival a priori más difícil del grupo y, con puntaje perfecto, está a las puertas de la clasificación.

La contractura de Verón ayudó a Maradona a tomar una decisión que en otras circunstancias hubiera sido difícil. Con Verón en cancha, Argentina tiene un hombre importante para el armado, para retener la pelota y para manejar los tiempos, Messi no necesita bajar tanto para buscarla y llega más picante y más a menudo al área contraria. Así fue contra Nigeria, sobre todo en el primer tiempo. Sin Verón y con Maxi, Argentina tiene más aporte en la contención por el lado derecho, Jonás puede concentrarse en el trabajo defensivo, Tévez no tiene que entreverarse tanto en la lucha en el medio y puede ser más claro como delantero, Messi tiene que bajar más y hacer un recorrido más largo, lo que puede ir en contra de su efectividad en el final de la jugada, y arriba todo tiene mucho vértigo y poca pausa.

Sin Verón y con Maxi
Argentina empezó siendo superior a los surcoreanos, que se plantaron de contraataque y multiplicaron la vigilancia sobre Messi. Eran aplicados, pero la diferencia estaba en lo que podía generar cada equipo de mitad de cancha hacia adelante. Los asiáticos corrían y provocaban la competencia física, los argentinos combinaban con destreza en velocidad y desplegaban mucha gente en ataque. En comparación al partido anterior, llamaba la atención lo enchufado que estaba Di María, el buen criterio con el que se movía Maxi, la gravitación que empezaba a tener Tévez en la ofensiva. Sin embargo durante el primer cuarto de hora, salvo un disparo de Higuain, no pasó demasiado. El gol llegó a los 16, de un tiro libre desde la izquierda por falta a Di María. Masche se quedó de último hombre relevando a todos y Argentina mandó tres zagueros al área rival, como hace casi siempre en las pelotas paradas para compensar el deficit de altura de sus atacantes. No sé si podrán repetir este recurso contra rivales fuertes en el juego aéreo, esos que tienen lungos en las dos áreas, pero hasta aquí funcionó. El centro de Messi fue a la esquina más cercana del área chica, sobró limpiamente al primer defensor coreano y después, ya bajando, a Demichelis; detrás de éste Park, sorprendido, se llevó la pelota por delante y marcó en contra.

A los 22 Burdisso ingresó por Samuel, contracturado. Tévez, de muy buen primer tiempo, probó un par de veces de media distancia; parece que le va agarrando la mano a la Jabulani más rápido que otros y un tiro libre suyo se fue pegadito al travesaño. Argentina aumentó a los 32, también de pelota detenida y por jugada preparada. Carlitos se comió a dos coreanos sobre la izquierda y le hicieron falta. En la ejecución tocaron Messi y Maxi, éste la mandó al área; cerca de la comisura de la media luna Burdisso, saliendo, la cabeceó de espaldas hacia el segundo palo donde Higuain, también de cabeza, la mandó adentro. Aquí el Pipita hizo notar su capacidad para ubicarse en el área y para manejarse al límite del offside. Después hubo remates sucesivos de Higuaín y Di María en una misma jugada, defendidos ambos por el golero Jung. Messi limpió rivales con gambeta fantástica y al picarla no la agarró bastante de abajo: se le fue cerca del palo izquierdo del arquero. Argentina merecía más y parecía que jugaba a su antojo, pero a los 45 una grosera falla de Demichelis posibilitó el descuento surcoreano.
Volver al sitio de El Transbordador.

Uf, sentí que se complicaba
Al comenzar el complemento Corea del Sur se sintió a tiro de empate y presionó un poco más adelante. En la conferencia de prensa Maradona prefirió negar que a Argentina le hubiera agarrado un bajón, capaz que para no cargar las culpas sobre Demichelis. A la noche vi la repetición del partido y me di cuenta de que la cosa no fue tan dramática, no se puede decir que Corea superó a Argentina en ese tramo: de entrada el arquero le sacó el tercero a Higuain, después hubo un buen disparo de media distancia de Tévez que Jung desvió cerca del piso. Pero bajón hubo, duró hasta el tercer gol argentino, y en vivo y en directo dio un poco de miedo. Los delanteros argentinos comenzaron a diluirse. Tévez se perdía en el forcejeo, Messi bajaba más y su escalada era más larga y accidentada, la rotación de Higuain, Di Maria y Maxi perdía claridad. Un contraataque coreano pudo haber sido el empate, pero a mí me quedó en la retina el velocísimo y exacto achique de Sergio Romero que forzó a Kihun a patear afuera. Esa intervención y otra en que el arquero argentino anticipó con las manos un pelotazo en el límite del área y después se tiró afuera del área a rechazar con los pies son prueba de que Romero está en un nivel superlativo.

Diego redobla la apuesta
Cuando parecía que se ponía difícil, en lugar de reforzar la defensa Diego mandó a la cancha a Agüero por Tévez, a los 30 del complemento. Es decir, aceptó sacrificar la cuota que Carlitos aporta a la lucha a cambio de reponer la pólvora del ataque argentino. Por supuesto que en la tele algunos sabelotodos ya pedían defensores, defensores y más defensores. En cambio, Diego subordinó de nuevo la táctica a la estrategia, y acertó.

El Kun, fresco, muy veloz, formó enseguida un tándem con Messi para surcar el campo rival y liquidar el partido en 6 minutos. A los 32 Argentina volvió a anotar: Messi y Agüero partieron desde el círculo central, en campo propio, y combinaron en velocidad hasta que el Botín de Oro de Europa, casi llegando al fondo, lanzó dos disparos consecutivos: el primero dio en el pie del arquero y el segundo en la base del palo; Higuain que entraba por el medio recogió el rebote y la empujó adentro. El Pipita estuvo en offside por un instante cuando Messi remató por segunda vez, pero en la rapidez de la maniobra ni el juez ni el línea lo advirtieron. El ánimo de los surcoreanos acusó el impacto. El cuarto gol llegó a los 36, en una jugada lucida de Agüero quien, tras combinar con Higuain y Messi, tiró centro a la carrera desde la izquierda con el revés del pie derecho para que el Pipita, que entraba por el otro lado, cruzara la pelota hacia el contrapie del arquero con impecable cabezazo de pique al suelo. El más lindo de Argentina y uno de los más lindos vistos hasta ahora en el Mundial.

Argentina (6 y +4) no se clasificó todavía, porque a continuación Grecia le ganó a Nigeria. Pero sólo podría quedar afuera si pierde por tres goles con Grecia (3 y -1), y al mismo tiempo Corea del Sur (3 y -1) le gana por igual diferencia a Nigeria (0 y -2). La única esperanza para los africanos es que Argentina le gane a Grecia y ganarle ellos a Corea del Sur. Aun perdiendo, Argentina tiene una alta probabilidad de quedar primera en el grupo. Su rival en octavos vendrá del grupo en el que Uruguay y México pintan como candidatos. Ante Grecia, Argentina hará cambios para cuidar el físico de varios jugadores, para proteger a otros de las tarjetas amarillas, y para que Jonás cumpla la suspensión por segunda amarilla.
Volver al sitio de El Transbordador.

miércoles, 16 de junio de 2010

Se cerró una fecha

por Toto Imperatore
No se me mal acostumbren... no voy a hacer comentarios previos antes de cada fecha mundialista. Esta vez lo hago sólo porque, habiendo ya jugado todos los equipos, hay algunos aspectos de mis comentarios anteriores que vale la pena revisar. Recién, en otra nota, comenté cuánto puede haber influido la antojadiza pelota Jabulani en cosas que pasaron en varios partidos, incluida la imprecisión para definir de los delanteros argentinos.

Brasil calienta motores
El lateral brasileño Maicon, en cambio, llegó al fondo por derecha y no tuvo problemas en poner la pelota donde quiso: en el primer palo que el arquero norcoreano le obsequiaba. Un par de comentaristas afirmaron por TV que quiso tirar centro y, desde un ángulo cerradísimo, le salió al arco. Yo, en cambio, les creo a Quique Wolf y el Mago Capria, que jugaron al fútbol en serio y que, contrariamente, opinaron que Maicon pateó al arco. Vi la jugada varias veces en distintos canales, antes de irme a dormir. Se nota cómo el disparo dobla hacia la línea de gol. Cómo lo hizo no se ve tan claro, pero el pie derecho de Maicon le entra al balón como de puntín, por el medio y un poco más abajo del centro, y probablemente ahí en el contacto consigue la ligera inclinación hacia el "tres dedos" que provoca la comba. Después, cuando la pelota ya viaja hacia el arco, afloja el pie y termina abriéndolo hacia afuera. Quizás sea ese final del movimiento lo que indujo al error a los porfiados comentaristas, porque sugiere el efecto contrario, el de la pelota doblando hacia el área y no hacia el arco. Maicon no se merece que duden de él... ¡si él sabe cómo hacer estas cosas! Los mismos conductores televisivos pasaron después una selección de goles del lateral brasileño, y el que le señaló en el 2008 a Portugal es igualito.

Ese gol fue la llave de un partido en el que Brasil se pasó casi una hora yendo a buscar sin mucha profundidad mientras Corea del Norte se defendía bien e incluso, por momentos, trataba de retener la pelota. Remates de Robinho (de buena actuación) y de Kaká (poco y nada) por arriba parecen demostrar que hasta los mejores pegadores tienen dificultades con la Jabulani. También probó varias veces, sin puntería exacta, el lateral izquierdo Bastos (otro que anduvo bastante bien, al igual que Elano, autor del segundo). Que Brasil haya tardado en abrir el marcador y que los norcoreanos le hayan descontado sobre el final del partido no quiere decir que haya corrido riesgos. Brasil no terminó de convencer, pero apenas está calentando motores.
Volver al sitio de El Transbordador.

Alemania goleó y convenció por funcionamiento, por velocidad para pasar al ataque, por renovación generacional, porque sus goleadores consagrados Klose y Podolski anotaron y exigieron siempre. Italia mostró algo de sus pretensiones aunque estuvo en desventaja y finalmente dividió puntos con Paraguay. Chile ganó, con Alexis Sánchez en alto nivel, y demostró que tiene una propuesta seria. España exhibió ante Suiza una dosis de su fútbol, mucho más que su rival, pero perdió y su clasificación está en riesgo.

Argentina renueva la apuesta
Para solucionar ante Corea del Sur los déficits que Argentina tuvo frente a Nigeria yo había pensado en pasar a un 4-3-3 con Burdisso de lateral derecho, y formar el medio con Maxi-Masche-Verón o si no con Verón-Masche-Jonás. Pero siempre manteniendo arriba a Tévez-Higuain-Messi y a Verón en cancha. En ambos casos, hubiera sacado a Di Maria.

Finalmente Verón, todavía no plenamente recuperado de su contractura, no va a jugar. Maradona eligió mantener a Jonás, ya como lateral derecho más definido, disponer en el medio a Maxi-Masche-Di Maria y mantener a los tres de arriba. Me gusta la propuesta. Si bien la ausencia de Verón resta armado, están el desdoblamiento de Maxi del medio hacia adelante, el recorrido de Di Maria y eventualmente la distribución de Mascherano, centralizado como un "centrojás" clásico, para hacer llegar la pelota a Messi y compañía.

Me gusta que Maradona mantenga sus delanteros. Es indicación de que su pensamiento estratégico está por encima de su pensamiento táctico, como debe ser. Quienes demandaban sacrificar un delantero para incluir un lateral no alcanzan a trascender el pensamiento táctico. Mañana sabremos cómo funcionó la cosa. Y cuánto progresaron los chicos de adelante en el control de la Jabulani.
Volver al sitio de El Transbordador.

Vuvuzelas y papelitos

por Toto Imperatore
Como todo el mundo, desde el mismo inicio del Mundial quedé atónito por el ruido de fondo de la transmisión televisiva. Parecía que de pronto habíamos vuelto a la era pre-satelital, incluso a antes del cable coaxil cuando, aparte de interferencias de todo tipo, un omnipresente ruido cósmico acompañaba al relato de los partidos. Pensé que si el ruido residual del big bang fuera un sonido (no lo es, en realidad es una radiación) se escucharía más o menos así. En este caso, por la intensidad era como si el big bang hubiese sido ayer.

Después nos enteramos de que ese estrépito lo hacían los hinchas sudafricanos, y los visitantes que los imitaban, con las vuvuzelas, cornetas típicas del país anfitrión. Parece constante porque, con decenas de miles de cornetas distribuidas en el estadio en cada momento hay un gran número de personas soplando las suyas. Escuchamos a protagonistas y periodistas afirmar que en la cancha el ruido se vuelve insoportable. Se quejan los técnicos de que no pueden dar instrucciones a sus jugadores; los jugadores, de que no pueden hablar entre ellos. Aparecieron reclamos de mucha gente en Internet y de personajes con representación institucional o sin ella que exigían la prohibición del instrumento. Finalmente Blatter, en nombre de la FIFA, negó toda posibilidad de prohibición.

Me acordé de que, con anterioridad al Mundial 78, José María Muñoz, el más prominente relator radial de fútbol de aquel entonces, se puso en campaña para eliminar los papelitos de las canchas argentinas. Así aportó su propia iniciativa a la gran cruzada por disciplinar el país en la que estaba embarcada la dictadura militar cuyo advenimiento, el 24 de marzo de 1976, el mismo "Gordo" Muñoz había saludado con entusiasmo. A través de Radio Rivadavia, Muñoz intentó convencer a los hinchas argentinos de que arrojar papelitos era una costumbre inapropiada para el país organizador de una Copa del Mundo. Quizás su prédica fue un globo de ensayo, destinado a evaluar qué nivel de acatamiento tendría una prohibición lisa y llana por parte del gobierno de facto. Clemente, el personaje del humorista gráfico Caloi, abrazó la defensa de los papelitos desde su tira diaria en el periódico Clarín. Lo cierto es que, en las canchas, la gente respondió tirando más papelitos que nunca. Quizás los dictadores evaluaron, al fin de cuentas, que los papelitos eran un ingrediente importante del cóctel de plomo y circo con el que gobernaron en aquel 78. La organización del mundial debió desplegar cuadrillas de limpieza para despejar las líneas demarcatorias del campo de juego antes de comenzar los partidos. Pero la gigantesca nube de retazos de papel que saluda la salida de la selección, surcada por cintas de máquinas de calcular a manera de serpentinas, quedó en la historia de los mundiales como un rasgo de identidad del público futbolero argentino.
Volver al sitio de El Transbordador.

Pelota brava

por Toto Imperatore
La pelota Jabulani es una merda. Si la FIFA la inventó para que fuera difícil de controlar por los arqueros y hubiera más goles, lograron exactamente lo contario. Los pateadores tampoco la pueden controlar y los goles escasean. Entre los convertidos, hubo un par de fallas supertontas de los arqueros, que nada tienen que ver con la belleza del fútbol: el gol del empate de USA ante Inglaterra y el del triunfo de Eslovenia sobre Argelia.

La Jabulani se eleva con facilidad y los remates se van por arriba. Los buenos pateadores han perdido la confianza, y es evidencia de ello lo poco que se prueba de media distancia. El portugués Cristiano Ronaldo probó contra Costa de Marfil, y se le fue alta. Después estrelló un remate en un poste desde lejos: gran ejecución, pero hay que notar que la pelota llegó al arco a 1,3 metros del piso (más o menos). Esto y un tiro libre suyo que rebotó en la barrera dan la pauta del margen que se estaba tomando Cristiano para evitar que la pelota se levantara demasiado.

Después de haber visto un buen número de partidos, se puede concluir que las fallas en la definición de los argentinos ante Nigeria fueron mayormente provocadas por la Jabulani. La pelota se acelera al tocar el piso. En la primera de Higuain, los comentaristas dicen que abrió bien el pie para empujar con cara interna y le pegó con el talón: síntoma claro, digo yo, de que la pelota le llegó antes. En la segunda, se le fue un poco más larga, pateó exigido y su remate rebotó en el achique del arquero. Una de Higuain y una de Messi, en que las jugadas pedían definir arriba e intentaron a ras del piso con igual resultado (atajada del arquero) también pudieron deberse al temor a levantar la pelota. El aparente exceso de tecnicismo de Messi en varias definiciones puede haber sido directamente proporcional a su desconfianza en el control del balón. Al tomar efecto, la pelota se hace más lenta que lo normal y pierde fuerza. Los nanosegundos extra con los que se benefició el golero nigeriano probablemente se los dio la Jabulani y no Messi. Recordemos los tiros libres de Verón, por arriba. En España-Suiza, Iniesta terminó un par de buenas jugadas mandando la pelota por sobre el travesaño.

El equipo que más rápido aprenda a controlar esta pelota le sacará ventaja al resto. En la tele, el ex árbitro Ángel Sánchez se preguntaba cuánto tiempo necesita un jugador para familiarizarse con un balón, porque, dijo, "ya llevan 2 meses practicando con éste". En el corto plazo, el futbolista buscará una adaptación "pensada" al nuevo instrumento. Incorporar la adaptación a su motricidad instintiva, que es la que aflora, por ejemplo, en el momento de definir en el área, tomará un tiempo que dependerá de cuán flexibles sean las destrezas de cada uno. Me temo que ese tiempo puede ser bastante más largo que la duración de un Mundial. La FIFA debería proporcionar a las Federaciones la pelota que va a usar en cada Mundial 2 años antes del comienzo de éste.
Volver al sitio de El Transbordador.

domingo, 13 de junio de 2010

1-0 el primer paso

por Toto Imperatore
Suele afirmarse: "los equipos se arman de atrás para adelante". A menudo, lo que en realidad se quiere decir con eso es: "lo primero es asegurar el cero en tu arco, después se ve cómo someter el arco contrario". Los dos enunciados no significan exactamente lo mismo, pero yo no creo a rajatabla ni en uno ni en otro. Creo que los equipos se arman a partir de las certezas, y de ahí en más se procura resolver las incertidumbres. La certeza en la Selección Argentina es el poder de sus delanteros, que cada uno de ellos demostró individualmente en su club (aunque no en la Selección) antes del Mundial. Maradona armó el equipo para contar en cancha con Messi, Tévez e Higuain, y con Verón como alimentador de juego. Hasta ahí, para mí, está todo bien. El partido con Nigeria confirmó que Argentina puede ilusionarse con ese poder ofensivo, aunque no se haya visto reflejado en el marcador.

Los problemas empiezan cuando uno analiza qué respuestas dio Maradona a todo lo demás, es decir, a las incertidumbres. La línea de 3 en defensa no funcionó: jugaron como una línea de 4 a la que le faltaba el marcador de punta derecho. En consecuencia, en la mitad izquierda Samuel y Heinze anduvieron bastante bien, mientras que Demichelis estuvo siempre enfrentado al dilema de cruzar a la derecha, salir lejos o esperar, y falló tupido. Jonás jugó a algo que era imposible: en esas condiciones ser carrilero por derecha era pasar de marcador de punta en la propia línea de fondo a volante de contención y creación por derecha y a delantero de desborde en el fondo rival. Fue superado en defensa, porque Nigeria agredió por ese sector, y del medio para arriba no pudo aportar mucho (tiró 2 centros, batalló constantemente, se ganó una amarilla, hizo un esfuerzo físico descomunal).

Mascherano no jugó en el gran nivel en que suele hacerlo en la Selección. Sin embargo no defraudó. Mostró su personalidad. A menudo se recostó sobre la izquierda, donde contribuyó a solidificar ese sector de la defensa, como si jugara de doble cinco. Pero, ¿quién era el otro cinco? Posicionalmente, se supone que era Verón (sobre todo en el 2do tiempo). El volante de Estudiantes no tuvo un gran partido: aportó a la gestación cuando se enganchó con los de arriba (sobre todo en el 1er tiempo), pero en general el fútbol pasó por él menos de lo esperado. En la contención, que no es su característica, corrió mucho pero ayudó poco. Di María estuvo desperdiciado. Por lo general es un jugador de recorrido largo y ofrece salida y llegada por izquierda. Pero en ese sector, donde Heinze se muestra como descarga cuando Argentina tiene la pelota, y que también Masche frecuenta, estuvo ahogado. Encima los delanteros argentinos, entusiasmados porque la defensa nigeriana parecía permeable a las paredes, no abrían juego hacia las puntas.

Argentina no tuvo salida limpia de abajo. Perdió pelotas en zona defensiva y en torno a mitad de cancha. Cedió una enorme cantidad de laterales defensivos. Con el último cambio (Burdisso por Di María a los 39 del 2do tiempo), el desequilibrio lateral pareció compensarse, porque se formó una línea de 4, Jonás pasó a volante por izquierda donde rindió más, y Maxi Rodríguez (que a los 28 del 2do tiempo había ingresado por Verón, contracturado) aportó más combate en el lado derecho de la zona central. Fueron sólo 10 minutos de partido, muy poco como para juzgar, e incluso en ese lapso Nigeria pudo haber alcanzado el empate.

En el balance, Argentina tuvo la pelota más que Nigeria. Compensó sus pérdidas en defensa y en el medio al  recuperar bastante en campo rival. Por momentos hizo retención de pelota en su propia mitad, donde los nigerianos no salían a presionar salvo que ya estuvieran allí por un ataque anterior. Con la pelota, la circulación ofensiva funcionó. Tévez y Messi bajaban a hacerse del balón. Higuain, que quedaba más adelantado, recuperó varias en retroceso y participó de las maniobras de armado. Los tres rotaban para entrarle a los nigerianos por distintos carriles. Messi se hacía eje de las jugadas, valiéndose de su gambeta y su aceleración incomparables para progresar, y se apoyaba en Tévez, en Verón, en el Pipita, a veces en Di María y al final en Milito (entró por Higuain a los 33 del complemento) para perforar la última línea rival y quedar él o dejar a otros en posiciones netas de gol. Tévez fue quien más sacrificó su rendimiento como delantero, no lució como en el fútbol inglés, pero peleó todas las pelotas que pasaron por su zona y encabezó un contragolpe profundo que Argentina no supo resolver.

Sin embargo hubo un solo gol, y no lo hicieron los delanteros sino un defensor. En jugada preparada, Verón pateó un corner, Samuel cortinó al central nigeriano en el borde del área chica (bah, directamente lo agarró) y le dejó espacio a Heinze, quien fue a buscar de palomita al punto del penal. El Gringo se zambulló bien para cabecear la pelota de abajo y ponerla arriba. Me tapó la boca con su gol, con su aceptable rendimiento defensivo y con el predicamento que tiene frente a sus compañeros, aunque sigue sin inspirarme confianza. La defensa nigeriana dio ventajas por arriba y también Samuel ganó de cabeza en el área contaria.

¿Por qué los delanteros argentinos no concretaron ninguna de las varias situaciones de gol que tuvieron, y que hubieran permitido un triunfo más cómodo? Por pequeños desaciertos de tiempo o de ejecución en la definición, por méritos del arquero nigeriano, por reflejos de último momento de algún defensor.

Creo que Messi pecó de exceso de tecnicismo en varias de sus definiciones, se preocupó más por el efecto, la colocación, la trayectoria de la pelota que por la celeridad de resolución. Si bien es parte de su característica, quizás se obsesionó demasiado con eso y no dio libertad al instinto instantáneo que es la verdadera condición del goleador. Ojalá su momento llegue ahora, superada la tensión del primer partido. Enfrente tuvo a un arquero que le adivinó todo, sacó provecho de cada nanosegundo a favor que le dio Messi, y respondió con un par de atajadas excelentes.

En España se reconoce que en la Liga 2009-2010 los 27 goles de Higuain han sido tan valiosos para el Madrid, en términos de puntos cosechados, como los 34 que Messi anotó para el Barcelona. Allá no se cuestiona el temple del Pipita para anotar goles decisivos. En su corta trayectoria en la Selección Argentina, sin embargo, lo he visto desperdiciar un par de situaciones claras antes de hacerse presente en el marcador. Yo estaba preparado para ver que, bajo la presión del debut, le pasara algo así. No me sorprendió que a los 3 minutos errara frente al palo derecho de Enyeama, aunque sí llamó la atención porque nada más había que elegir la punta y empujarla, mientras el arquero trataba de reacomodarse desesperadamente. Tampoco me sorprendió que en el minuto 20, entrando por derecha, se perdiera un gol que los habladores rentados consideran "increìble". No, Bonadeo, en realidad no era fácil, no ves que la pelota se acelera al tocar el piso frente a él y lo sobrepasa un poco, tiene que pegarle un poco más tarde y más exigido sobre el buen achique del arquero, en quien finalmente rebota el disparo. En el segundo tiempo, a los 20, tuvo la tercera ocasión clarita, al entrar libre por derecha para recibir una asistencia desde el otro sector. Pateó y se la sacó el arquero. Era arriba y no abajo, Pipita. Ésta sí me sorprendió, ahí supe que esa noche él ya no haría un gol.

En síntesis: el partido con Nigeria permite seguir creyendo en nuestros delanteros. Ilusiona lo de Messi. Todo lo demás hay que revisarlo. Si bien Argentina pudo haber goleado, también los africanos pudieron haber empatado. Sobre el final tuvieron 2 muy claritas. Por suerte carecen de un definidor certero como, por ejemplo, lo tiene Costa de Marfil en Drogba. Contra un equipo más fuerte, si damos estas ventajas defensivas somos boleta. Los Niembro, los Elio Rossi, piden sacar a Verón, sacar a Tévez, sacar delanteros para poner defensores. Yo digo que no hay que desmantelar las fortalezas para superar las debilidades, hay que trabajar sobre estas últimas. Maradona, que fue un genial improvisador como futbolista, tendrá que improvisar las respuestas. Diego vive de esa manera, es un presentista absoluto: el pasado es irremediable, el futuro se verá. El plan de trabajo de largo aliento que nos faltó ya no podemos tenerlo, como sí demuestra tenerlo Alemania que hoy goleó. Con todo, el primer paso fue bueno.
Volver al sitio de El Transbordador.

jueves, 10 de junio de 2010

Diego y los audaces

por Toto Imperatore
Cuando me inicié en el universo de los blogs me prometí que no escribiría sobre política ni sobre fútbol. Son dos temas apasionantes, pero hay tantos que hablan de ellos sin encontrar ni unas líneas de coincidencia (y a veces sin siquiera articular enunciados sensatos) que me propuse no sumar mi ruido al alboroto.

Ciertos problemillas en mi columna vertebral me impidieron sentarme frente a la computadora por un tiempo demasiado largo, y mis blogs quedaron, como puede verse, estancados. Pero ahora llega el Mundial, y aunque mi propósito de no escribir sobre fútbol sigue en pie, me veo forzado a no cumplirlo. Sí, forzado, aunque parezca mentira. Contra mi voluntad, una brutal metamorfosis impide a mis neuronas procesar otra cosa que no sea fútbol. Una compulsión ingobernable me empuja al abismo. Y encima tengo amigos que me alientan a incursionar en el tema, porque ya en el 2006 impulsé algo parecido a un foro de debate sobre el Mundial, aunque no en la forma de un blog sino restringido a pequeñas cadenas de e-mails.

Igual que en el 2006, apelo a la analogía con el ranking del tenis y sostengo que, en el mundo del fútbol, Argentina es un top-8. En el principio de los tiempos fue top-2, al secundar a Uruguay en 1928 y 1930, pero luego perdió posiciones. Para volver a encaramarse entre los top-2 hicieron falta condiciones excepcionales, hoy por hoy irrepetibles: la localía en el Mundial 78 y Maradona en 1986 y 1990. A falta de esas condiciones, Argentina es candidata natural a llegar a cuartos de final. Si queda eliminada antes (como en Corea-Japón 2002), fracasa; si llega a cuartos satisfaría sus propias expectativas y estaría cumplida.

Por supuesto que cada Mundial renueva la ilusión de superar el propio estándar. La ilusión es irreductible y no acepta razones. En Sudáfrica quisiéramos ser campeones otra vez. Pero, ¿con qué fundamentos? ¿Qué condiciones excepcionales tiene esta Selección del 2010 para ir más allá de cuartos de final, o incluso para ganar el título? Repasemos... No será la experiencia de Maradona como técnico, porque como sabemos ésta es escasa. No será el perseverante trabajo de ensamble del equipo a través de partidos y partidos, porque tuvo muy pocos encuentros de preparación fuera de la eliminatoria propiamente dicha, y en toda su etapa Diego probó decenas de jugadores sin estabilizar una base.

Lo que tiene a favor esta Selección es el extraordinario momento futbolìstico de sus delanteros, que acaban de alcanzar su pico más alto de rendimiento en las principales ligas del mundo. Ningún otro plantel cuenta con cuatro delanteros de la talla de Messi, Higuaín, Tévez y Milito. Más las alternativas de Agüero y de Palermo, éste de descollante actualidad en el fútbol argentino, que no es pequeña cosa. Más las variantes que proporciona la combinación de esas piezas.

Después, está la mística que Maradona logre transmitir a sus jugadores, lo inspirador que sea para éstos tener por líder a la gloria viviente del fútbol mundial. Y punto. Del resto, no sabemos nada. No tiene sentido especular con respecto a cómo va a jugar el equipo. Cómo va a generar fútbol para alimentar a sus prodigiosos delanteros, aunque es obvio que en eso va a tener un papel clave Verón, con Pastore como alternativa, más el recorrido de Di Maria, más el desdoblamiento de Jonás y Maxi y hasta la salida prolija de Masche. Cómo va a hacer que Messi se parezca al del Barcelona sin tener a su lado a Xavi e Iniesta. Cómo va a recuperar la pelota el equipo, aunque se descuenta que para eso está Masche, con la colaboración de Maxi, Jonás, el propio Verón, y Bolatti como alternativa. Cómo va a neutralizar la ofensiva rival, aunque los nombres de los defensores están ahí y todos los conocemos. Se le puede encontrar puntos dudosos al plantel: la discutible titularidad de Heinze, la convocatoria de Garcé, dos hombres que, además de lo que se les cuestione desde el punto de vista futbolístico, suelen bordear la cornisa de la expulsión.

Parece, en suma, que la principal apuesta de Diego es a la audacia. Eligió jugadores con vocación para verticalizar el juego, para agredir el corazón de la defensa rival. Desde que asumió Diego, se vio que no se conformaba con aquella circulación periférica en torno a la línea de mitad de cancha y por detrás de ella que Riquelme y Cambiasso personificaron en los tiempos de Pekerman y de Basile. Ojo, no quiero decir con esto que Román y el Cuchu no sean capaces de hacer otra cosa: ambos  han demostrado de sobra lo contrario en sus respectivos clubes. Solamente digo que, en la Selección Argentina, el planteo "Román+10" de aquellos técnicos terminó por confinarlos a ese traslado circundante, lejos del área rival, a la postre más orientado a defender el balón por posesión que a generar opciones en ataque.

Con Maradona, en cambio, se vio desde el principio que sus hombres tocaban e iban a buscar hacia adelante, que tenían apetito por provocar desequilibrio arriba. Al fin y al cabo, es lo que el técnico siente. Claro, esto en muchos casos quedó en propuesta, en intención, y no se concretó en juego. No hace falta recordar lo mal que jugó Argentina en gran parte de la eliminatoria. Desatrosamente en algunos casos. Pero aun así el técnico parece seguir creyendo en la audacia. Son audaces los seis delanteros que mencioné antes. Es tozudamente audaz Di Maria. Es mucho más audaz este Verón del retorno a Estudiantes que sus viejas versiones en las selecciones mundiales de Pasarella y Bielsa. Son audaces Jonás y Maxi cuando incursionan en ataque. Los demás tienen que posicionarse y funcionar para respaldar la audacia.

Quizá es mucho pretender, en pleno Mundial y sin el respaldo de un trabajo de al menos un par de años, que la apuesta le salga bien a Diego. Puede pasar que, abrumados por lo mucho que se juega en un Mundial, el técnico y sus jugadores renuncien a la audacia: que Verón termine jugando de doble cinco, que Tévez quede atrapado sobre un lateral en la áspera batalla de mitad de cancha, que Messi se retrase para jugar de enganche. No hay nada peor que pensar el equipo de una manera y después hacerlo jugar de otra.

Sin embargo, hasta que no se demuestre lo contrario la apuesta a la audacia está ahí, insinuada, y los antecedentes cercanos de los jugadores alientan la ilusión. Insisto: la ilusión es irreductible. No acepta razones.
Volver al sitio de El Transbordador.