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El aporte de Riquelme es tener la pelota. Con esa circulación periférica que le es característica, defiende con la pelota, se hace vértice del toque del conjunto. Una circulación que no es veloz, sino expectante; que no es “vertical”, sino circundante. Como un pivot de básquet, por ejemplo. Al que no le gusta un volante así, está todo bien: que diga que no hay que ponerlo, pero lo que no se puede pretender es que Riquelme juegue de otro. A mí me tomó tiempo digerir a Riquelme. Por supuesto que me gustaría un enganche que, además, acelere con frecuencia, abra camino hacia el área rival, asocie su juego con el de los media-puntas y los puntas, y los acompañe hasta pisar zona de definición. Román jugó de este modo en pasajes de su carrera, en el Juvenil, en Boca y en el Villarreal. Actualmente no lo hace y, mucho menos, en la Selección. Pero el fútbol argentino tampoco tiene otro enganche que lo haga. Román es lo mejor que tenemos en el medio y el juego del equipo tiene que ser tal que permita obtener lo mejor de Riquelme, que facilite que Riquelme se acerque al ideal tanto como pueda.
Para tener la pelota Román necesita alrededor de él compañeros que se muestren y siempre le ofrezcan por lo menos dos opciones y, preferiblemente, tres (seguir él, tocar corto, tocar largo). Cuando falla en el toque (tuvo momentos de mucha imprecisión contra México) puede ser por error propio, pero también porque sus compañeros no tienen suficiente movilidad como para darle opciones. Pasó con Costa de Marfil y con México; por lo tanto sigue vigente mi duda sobre si no les está faltando a los jugadores argentinos ese plus de velocidad-precisión que necesita un equipo para estar en el primer nivel competitivo (darle pelea a Alemania, por ejemplo).
En función ofensiva, Román necesita que lo acompañen enganches-medias puntas y puntas que: (a) provean la cuota de aceleración y penetración que él por sí solo no está cumpliendo; y (b) sepan explotar las brechas que la insistente circulación periférica puede crear.
Por partido, él puede poner 3 pelotas incisivas por abajo (como la del gol de Saviola a los marfileños). Un par de veces por partido puede participar en una pared y llegar hasta el área para aprovechar su pegada, como hacía el año pasado en el Villarreal. Puede poner centros precisos para los referentes en el área. Es un gran pateador de tiros libres. En algunos de estos rubros ha estado por debajo de su nivel medio, o de las expectativas del hincha. Entiendo las críticas si son por esta causa.
El Pibe Valderrama, que de toque algo sabe, cuestionó la precisión de Riquelme en los pases, y dijo que si Román no anda bien y Argentina no puede hacer su toque está perdida. A propósito, ¿no hay similitudes entre esta Argentina y aquella Colombia del Pibe? ¿Román no cumple más o menos la función de Valderrama? ¿Y Maxi no es como Freddy Rincón?
Saviola y Crespo funcionaron muy bien con Riquelme en los 2 primeros partidos. Con México bajaron los dos, sobre todo el Conejo. Se perdieron un gol cada uno, sendos mano a mano con el arquero que hubieran cambiado el rumbo del partido. Lo lamenté por ellos, porque muchos están esperando que fallen para caerles encima. Los dos se desgastaron y perdieron posición en la cancha porque bajaban a ayudar (Crespo más en el primer tiempo, Saviola más en el segundo) para tratar de resolver el problema que Argentina tenía por izquierda. Entonces partían desde más atrás y perdían libertad para usar todo el frente de ataque. Al Conejo lo marcaron bien, el mexicano que le asignaron no lo dejaba anticipar, en base a reflejos estaba siempre encima de él para desequilibrarlo.
Volver al sitio de El Transbordador.Esta figura contiene mi aporte definitivo a la teoría futbolística. Crea doctrina, marca un antes y un después. A partir de ahora me negaré a discutir nombres, que es lo que suele hacer la mayoría: sólo lo haré en el marco de este modelo de pensamiento sistémico.
El aporte de Riquelme es tener la pelota. Con esa circulación periférica que le es característica, defiende con la pelota, se hace vértice del toque del conjunto. Una circulación que no es veloz, sino expectante; que no es “vertical”, sino circundante. Como un pivot de básquet, por ejemplo. Al que no le gusta un volante así, está todo bien: que diga que no hay que ponerlo, pero lo que no se puede pretender es que Riquelme juegue de otro. A mí me tomó tiempo digerir a Riquelme. Por supuesto que me gustaría un enganche que, además, acelere con frecuencia, abra camino hacia el área rival, asocie su juego con el de los media-puntas y los puntas, y los acompañe hasta pisar zona de definición. Román jugó de este modo en pasajes de su carrera, en el Juvenil, en Boca y en el Villarreal. Actualmente no lo hace y, mucho menos, en la Selección. Pero el fútbol argentino tampoco tiene otro enganche que lo haga. Román es lo mejor que tenemos en el medio y el juego del equipo tiene que ser tal que permita obtener lo mejor de Riquelme, que facilite que Riquelme se acerque al ideal tanto como pueda.
Para tener la pelota Román necesita alrededor de él compañeros que se muestren y siempre le ofrezcan por lo menos dos opciones y, preferiblemente, tres (seguir él, tocar corto, tocar largo). Cuando falla en el toque (tuvo momentos de mucha imprecisión contra México) puede ser por error propio, pero también porque sus compañeros no tienen suficiente movilidad como para darle opciones. Pasó con Costa de Marfil y con México; por lo tanto sigue vigente mi duda sobre si no les está faltando a los jugadores argentinos ese plus de velocidad-precisión que necesita un equipo para estar en el primer nivel competitivo (darle pelea a Alemania, por ejemplo).
En función ofensiva, Román necesita que lo acompañen enganches-medias puntas y puntas que: (a) provean la cuota de aceleración y penetración que él por sí solo no está cumpliendo; y (b) sepan explotar las brechas que la insistente circulación periférica puede crear.
Por partido, él puede poner 3 pelotas incisivas por abajo (como la del gol de Saviola a los marfileños). Un par de veces por partido puede participar en una pared y llegar hasta el área para aprovechar su pegada, como hacía el año pasado en el Villarreal. Puede poner centros precisos para los referentes en el área. Es un gran pateador de tiros libres. En algunos de estos rubros ha estado por debajo de su nivel medio, o de las expectativas del hincha. Entiendo las críticas si son por esta causa.
El Pibe Valderrama, que de toque algo sabe, cuestionó la precisión de Riquelme en los pases, y dijo que si Román no anda bien y Argentina no puede hacer su toque está perdida. A propósito, ¿no hay similitudes entre esta Argentina y aquella Colombia del Pibe? ¿Román no cumple más o menos la función de Valderrama? ¿Y Maxi no es como Freddy Rincón?
Saviola y Crespo funcionaron muy bien con Riquelme en los 2 primeros partidos. Con México bajaron los dos, sobre todo el Conejo. Se perdieron un gol cada uno, sendos mano a mano con el arquero que hubieran cambiado el rumbo del partido. Lo lamenté por ellos, porque muchos están esperando que fallen para caerles encima. Los dos se desgastaron y perdieron posición en la cancha porque bajaban a ayudar (Crespo más en el primer tiempo, Saviola más en el segundo) para tratar de resolver el problema que Argentina tenía por izquierda. Entonces partían desde más atrás y perdían libertad para usar todo el frente de ataque. Al Conejo lo marcaron bien, el mexicano que le asignaron no lo dejaba anticipar, en base a reflejos estaba siempre encima de él para desequilibrarlo.
Lo que está aportando Tévez cuando entra no alcanza a satisfacerme, más allá de su enjundia y la simpatía que despierta el personaje. Quiere hacer siempre la de Superman y termina chocando con los defensores rivales. No se asocia. Cuando recibe, gira y encara con poca claridad. Saviola no jugó bien y tuvo un mano a mano con el arquero, Carlitos ni eso. Que en mitad de cancha (resalto: en mitad de cancha) se lleve una pelota entre tres a puro coraje, viveza y habilidad conmueve pero no compensa el déficit.
En cambio Messi, con México, pareció que estaba dejando de lado “la de Superman” y mejoró mucho. Se asoció más, con Riquelme y con Aimar. Mostró cosas como para pensar que puede ser importante en un partido.
La inclusión de Aimar ayudó porque, a pesar de las intermitencias que caracterizan su presente, es quien aporta el complemento que Román necesita para que el equipo pase de la circulación periférica al ataque penetrante. Es el eslabón que une a Riquelme con los de arriba. Así jugaron en el mundial juvenil que ganaron juntos. Creo que los buenos momentos de Aimar, aun esporádicos, tuvieron que ver con un juego más asociado de Tévez y Messi, incluido el gol mal anulado a Messi. Si va a entrar Aimar, el planteo no es Aimar por Riquelme sino Aimar con Riquelme. Pero, claro, no creo que sea repetible la alineación con la que Argentina terminó el partido contra México; las funciones ofensivas deberían poder cumplirse con menos jugadores (o sea, que cada uno cumpla más funciones).
Argentina preocupó en defensa. Contra Costa de Marfil, Heinze ya había orillado la expulsión y el penal. Esta vez cometió demasiados errores; Lo perdió a Rafa Márquez en el gol (aunque probablemente Scaloni debió haber venido con Márquez). Al final del primer tiempo se le escapó una pelota y debió cometer una falta brusca cerca del área; era expulsión por “último recurso” porque Ayala no llegaba, pero éste se movió como si aún intentara cerrar y le creó al referí una falsa impresión óptica que salvó a Heinze. En el segundo tiempo tuvo dos medios pifies de cabeza, en el área, de los que Argentina zafó de casualidad. Es candidato a salir pero no sé si Milito es un reemplazo confiable, más allá de que anduvo bien en el poco comprometido empate con Holanda.
En otros pasajes del juego Heinze tuvo sus aciertos. Parece que anda mejor en espacios más largos, cuando Argentina está en ataque, no lo perturba tener que salir más lejos. En realidad, eso le pasa a toda la defensa argentina (¿será un efecto residual de la era Bielsa, cuando el equipo hacía pressing en campo rival?). El mismo diagnóstico le cabe a Mascherano: cuando tiene que recorrer más metros hace valer su inteligencia posicional y su timing; y se pierde en espacios cortos cuando está entre muchos. Masche hizo agua en varias situaciones del primer tiempo, pero a él se le banca a muerte un rato de desorientación a cambio de todo lo que juega en los tramos definitorios de los partidos. Espectacular en el segundo tiempo (sobre todo de la mitad en adelante) y en el alargue.
Scaloni no me gustó. Jugó acelerado, cuando se mandó tiró unos centros horribles. Y Sorín, ¿hace falta que se mande siempre? Si subiera una de cada tres veces tendría más sorpresa, marcaría mejor, y no se cansaría tanto en un puesto en que, cuando el cansancio te come las piernas, te pasan por arriba (y más a él que marca más por persistencia que por oficio). Hay que mirar por el lado de Sorín para explicarse parte de los problemas que tuvo Argentina. Igualmente yo no lo sacaría, tiene mucho valor para la mística del equipo. ¿Se puede conseguir que Sorín administre su despliegue con más inteligencia?
Maxi y Ayala, dos mounstros. Qué golazo hizo Maxi, fue un milagro casi y en parte eso preocupa: ¿dependemos de milagros para seguir adelante?. Me queda Cambiasso, que quizás sea la clave: el hombre a sacar. De hecho ya salió del equipo y volvió al lesionarse Lucho. Anduvo mal contra Costa de Marfil por izquierda, bien contra Serbia por derecha, ni bien ni mal contra Holanda por derecha, mal contra México por derecha primero y luego por izquierda. Mascherano levantó cuando salió Cambiasso: ¿será que se molestan? ¿O fue que el equipo sin Cambiasso se paró más adelante y entonces Masche se benefició por aquello del manejo de los espacios que dije antes? Lucho, a quien parece que Pekerman quiere poner, es otra incógnita: ¿cómo rendirá?
La decisión la tiene Pekerman. Hay que creer que Pekerman sabe más que nosotros. De movida, tiene más información sobre cómo andan los jugadores futbolística y anímicamente, para eso los entrena y vive con ellos. Tiene experiencia y antecedentes que no vamos a descubrir ahora. Y trabaja de esto full time. Así que no queda otra cosa que esperar lo que él decida, y rogar que no se equivoque.
Un párrafo aparte para los mexicanos. No son ni Alemania ni Brasil. No son naturalmente veloces, duros y fuertes como los marfileños. Pero nos jugaron a muerte. Hicieron un gasto de 2 ó 3 partidos, porque en su inconsciente no existía la posibilidad de pelear por algo en cuartos de final. Su fin último era ganarle a Argentina, superar los octavos y hacer historia, aunque después fueran una piltrafa contra Alemania. Con ese espíritu vinieron. Y con una increíble disciplina táctica. Como ni el gasto físico ni la mecanización táctica se pueden mantener por 120 minutos en el mismo nivel, fueron aflojando gradualmente, pero igual nos hicieron sufrir hasta el final. A Lavolpe lo van a defenestrar ahora, pero deberían estarle agradecidos. Jugarle así a Argentina, en algún momento controlar la pelota y arrancar unos “oles” de su tribuna, que ese Pineda le hiciera un caño a Scaloni, hacernos asustar, son logros que (aplicando el “principio de escasez”) tienen tanto valor para México como, por ejemplo, una copa del mundo para Brasil, que tiene cinco.